Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 91 📕 Libro II Un alma en Cristo 10 de febrero de 1991 𝕋ú 𝕕𝕖𝕓𝕖𝕤 𝕤𝕖𝕘𝕦𝕚𝕣 𝕥𝕦 𝕔𝕒𝕞𝕚𝕟𝕠 En oración en mi habitación. Había llegado a una conclusión: creo sinceramente que mi alma busca a Dios desesperadamente; se debate queriendo alzar el vuelo, pero se queda en tierra. Por otra parte, veo claro que en este esfuerzo por ir a Dios, el alma está sola, no me sirven las experiencias de los demás, ni las formas de oración de otros. Creo que cada alma es una y es particularmente distinta de las otras. De tal modo, que debemos, en nuestro caminar hacia Dios, buscar dentro de nosotros mismos la manera personal de estar más cerca de él. Siento que necesito entregarme más a la oración y retirarme para encontrarme conmigo misma y con Dios. Debo descubrir en mí su Presencia y hallar nuevas formas de acercarme a Él. No sé si estoy en lo cierto, pero es así como lo siento. Pondré en práctica, en la medida que pueda, esta forma de acercarme a Dios. Para ello espero que el Señor me ayudará, pues creo que es Él quien me enseña, quien me dice: «Ven por este camino». Hija mía, no equivocas tus pensamientos. Es cierto que estoy dentro de ti y en verdad Yo te digo que no hay un alma igual a otra, ni sirven las mismas formas de oración para todos. Cada alma tiene una forma diferente y peculiar, que la hace tan atractiva a mis ojos. Hija mía, seguirme es ir descubriendo dentro de ti misma mi Presencia, es seguir fiel a la gracia, es decir: mi amado está dentro de mí y me enseña, con luz divina, con claridad y con una transparencia absoluta, la fe y la verdad del amor de Dios. Ese saber del hombre que busca a Dios no se acaba nunca en la vida terrena. El hombre llega a la muerte y todavía no lo sabe todo acerca de Dios. Sólo lo entenderá cuando llegue a su presencia, después de la muerte. Su vida es un ir descubriendo y entendiendo. Para ello necesita de la luz divina, de la inteligencia clara que da el Espíritu Santo a todo aquel que le ama e intenta, con todas sus fuerzas, seguirle. Lo que has entendido, hija mía, eso debes seguir y debes orar todo lo que puedas. Yo en ti te enseñaré mis tesoros de amor. Tú debes seguir tu camino, no dejarlo por nada ni por nadie.
Piensa que Yo estoy en cada alma, como estoy en la tuya, y me manifiesto en la medida que me dejan. Por ello, el alma que me ama no debe sujetarse a nada terreno, si quiere avanzar en la fe. Como un cometa al viento, debe volar libremente y estar sólo abierta a las caricias del amor de Dios. Tú, hija mía, sólo debes obedecer a tu Padre espiritual, procurar que tu familia lo entienda –que haya paz en ella–, y lanzarte al vacío con los ojos puestos en tu Creador, sabiendo que mi gracia está en ti y que nada ni nadie puede retener tu espíritu. ¡El me busca con tanto fervor y fuerza! ¡Con tanto afán! Sigue, hija mía, que Yo estoy en ti y te amo. 𝑮𝒓𝒖𝒑𝒐 𝑴𝒂𝒓í𝒂 𝑨𝒖𝒙𝒊𝒍𝒊𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 (1991). 𝑼𝒏 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒆𝒏 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒐. 𝑳𝒊𝒃𝒓𝒐 𝑰𝑰UAC