Harmony, Emma o Henry… Son robots sexuales de aspecto humanoide, miden algo menos de 1,60 y se presentan como los ideales «compañeros» de cama. Cuentan con sistemas de IA para adaptarse a las necesidades y fantasías de quienes los compran, pero se diferencian de otros juguetes sexuales en que son capaces de interactuar, ser amables, siempre están dispuestos a escuchar y no discuten. Si se les ocurre, siempre puedes desconectarlos. ¿Estamos ya en la antesala de esos futuros que propone la ciencia ficción? ¿El amor y el sexo se están convirtiendo en sintéticos?
Lo cierto es que algunos investigadores afirman que para 2050 el sexo entre humanos y robots será algo habitual. No sabemos si la predicción se cumplirá, pero a tenor de los resultados de algunas encuestas podemos sospechar que sí. El 40% de los solteros norteamericanos de la Generación Z se sienten cómodos con la idea de que su futura pareja tenga un novio o una novia de IA, según una encuesta publicada en Psychology Today. Entre los hombres de la Generación Z, el 45.83% cree que tener una pareja con IA equivale a ver porno, mientras que en el caso de las mujeres solo un 23% piensa esto. «Esta disparidad sugiere que hombres y mujeres pueden abordar las relaciones de IA con diferentes expectativas y pesos emocionales», dice la revista.