Mantener siempre presente el concepto de agradecimiento es esencial para vivir vidas más plenas, y más aún si nuestro agradecimiento está dirigido correctamente: dirigido hacia Dios.

¿Te has puesto a pensar qué triste es vivir en la amargura constante de la queja? Para esto Dios nos ofrece una cura: el agradecimiento.

Una de las cosas más anhelas por las personas en este mundo es el descanso, y el descanso eterno y verdadero sólo se encuentra en un lugar: la presencia de Dios.

En esta vida llena de afanes, hay una lista casi interminable de cuestiones que quieren ocupar el primer lugar en nuestro tiempo, pero ese lugar en realidad sólo le debería pertenecer a alguien: Dios.

Muchas veces nos acordamos de Dios únicamente durante los momentos de angustia o aflicción, pero le olvidamos cuando todo está bien. Los israelitas tenían un pequeño “secreto” para recordar a Dios en la aflicción, pero también en la alegría.

En este tiempo de redes sociales, todos tenemos seguidores, y todos queremos seguir a alguien. Los israelitas, aunque no tenían redes sociales, seguían de cerquita al mejor de todos los contactos: Dios mismo.

Uno de los males más tristes que afecta a este mundo es la discriminación. A través de la pascua y del sacrificio de Cristo vemos cómo deberíamos actuar ante el absurdo de la discriminación.

Perdonar y ser perdonados se vuelven elementos esenciales para vivir una vida plena. ¿Pero cuánto anhelamos el perdón de Dios?

Dios, o lo espiritual, no es, como muchas veces pensamos, un tema exclusivo de la gente “mayor”, sino que es todavía más relevante si lo consideramos en los días de nuestra juventud.

Aunque muchas veces pensemos que somos “buena gente”, y no tenemos enemistad con nadie, nuestro pecado nos hace enemigos de Dios. No obstante, Dios mismo, a través de la persona de Cristo nos ofrece la necesaria mediación y la reconciliación.