Mc 10, 1-12 • Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su costumbre les enseñaba.
Acercándose unos fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer.
Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
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Pero, ¿qué es lo que oigo fuera? Es un grupo de gente que se acerca.
¡Se trata del nazareno!
Ahí vienes con tus discípulos.
Hoy debe ser mi día de suerte. Dejaré un momento mis cosas para salir a oírte un rato.
Debéis venir muy cansados, después de estar recorriendo tantos lugares,
estado con tantas personas.
Y siempre con una sonrisa…
Con una disposición y cariño que desbordan.
No sé si he llegado tarde, pero hablas sobre algo entre el hombre y la mujer.
“Ya no son dos, sino una sola carne”
¿Cómo una sola carne?
¿Cómo es posible?
Suena bonito, como algo muy romántico...
Pero, realmente, no lo entiendo.
“Lo que ha unido Dios, que no lo separe el hombre”.
Ya más que romántico, suena difícil.
Pero es que, ¿podemos estar cambiando el sentido original de las cosas?
Tal vez es por eso que no entendemos. Por no podríamos.
No cambiará nunca.
Porque como Tú lo haces es.
El sentido original es.
Nos tocará redescubrir las cosas como Tú las has hecho, supongo.
Y, si lo logro, todo cambiaría.
Para mí.
Para los demás.
Viviendo el sentido original de las cosas.
Viviendo en Verdad las cosas.
Admirar y ver la belleza de lo que es el arcoíris.
Lo que es disfrutar de una copa.
Lo que es el otro a mi lado.
Lo que es entonces…la unión de un hombre y una mujer en matrimonio.
Quisiera pensar que lo entiendo, pero probablemente no sea así.
Me lo imagino como un regalo que diste al hombre para experimentar un poco del cielo.
Y que, como un sello, queda marcado como ES desde el inicio.
Y para siempre.
DOS en UNA sola carne.
Una unión bendecida por el Padre.
Y no solo dos.
Sino que, si Él nos acompaña, seríamos tres.
En realidad no sé qué estoy diciendo, Jesús… pero adentrarme en el misterio de tu actuar, me provoca más sed.
Sed de conocerte
De conocerme incluso a través de Ti.
Sed de acoger lo que tienes pensado para mí.
De decir Sí a eso que me dices. Confiando.
Hasta el final.