1075. A veces, unas simples palabras grabadas desde el coche, una piscina o una sala de espera, pueden iniciar un cambio de vida más profundo de lo que imaginamos. No hay nada más valioso que el tiempo. Lo he dicho muchas veces, pero en días como el que comparto hoy, cobra todavía más sentido. En este episodio os relato, casi a modo de diario sonoro, uno de esos días en los que parece que no hay respiro: trabajo, familia, reuniones, grabaciones, visitas al hospital, comidas exprés, tareas pendientes… y, aun así, llegué a todo. ¿Milagro? No. Organización, pasión por lo que hago y, sobre todo, el privilegio de ser dueño de mi tiempo.
Ese día, como tantos otros, empezó antes de que amaneciera. A las seis ya estaba publicando un nuevo episodio de este metapodcast, subiéndolo a la web, distribuyéndolo en redes, preparándolo para los oyentes de Ko-fi y compartiéndolo en los canales habituales. Después, revisión de publicaciones de clientes, atención a sus redes y una grabación presencial en Madrid para un podcast nuevo que estoy produciendo. Pero no solo fue un día intenso por trabajo. También hubo espacio para la familia: llevar y recoger a mis hijas, reunión con la tutora de la pequeña, visitar a mi abuela ingresada en el hospital, atender a mi pareja, improvisar comidas y cenas… y seguir trabajando hasta la madrugada, publicando y programando varios episodios para los podcast de Europa Press que produzco. Un día absolutamente a tope, sí, pero lo terminé con una sensación de plenitud que no siempre se puede explicar con palabras.
Y eso me hizo reflexionar sobre algo que quiero compartir contigo: si no fuera por el podcasting, mi vida no sería así. Si no me hubiera cruzado con un podcast hace 15 años buscando información sobre World of Warcraft, quizá no estaría aquí. Si no hubiera escuchado aquel episodio de Un billete a Chattanooga en el verano de 2021 mientras flotaba en una colchoneta en Portugal, quizás nunca habría dado el paso de dejar mi trabajo por cuenta ajena para apostar por lo que de verdad me apasiona.
Aquel primer clic lo dieron los Tres Tristes Taurens. El último clic, Ana Cirujano y Pablo Moratinos. Personas que, sin saberlo, me empujaron a tomar decisiones clave en mi vida solo por el hecho de grabar un podcast y compartirlo con el mundo. Y ese es el punto. Nunca sabemos qué palabras, qué experiencia compartida, qué reflexión grabada en un micrófono puede provocar un cambio en la vida de alguien. A mí me ocurrió. Y por eso sigo aquí, contando mis cosas, mis aprendizajes, mis días buenos y malos, por si en algún momento tú eres ese alguien que necesita escuchar justo lo que yo tenga que decir.
He podido dar las gracias en persona a Pablo y a Ana. Y también he podido llevar a mis hijas al cole, visitar a mi abuela y cerrar entregas profesionales importantes. Porque tengo la suerte de controlar mi agenda y organizarme como necesito. Porque ser dueño de mi tiempo, aunque signifique trabajar muchas horas, me permite vivir con una libertad que valoro cada día.
Así que graba. Cuenta. Comparte. Nunca sabes si esa grabación que haces mientras conduces, como este episodio, puede ser el inicio del cambio para otra persona.
Yo estoy aquí gracias a eso.
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La voz que puedes escuchar en la intro del podcast es de Juan Navarro Torelló (PoniendoVoces) y el diseño visual es de Antonio Poveda. La dirección, grabación y locución corre a cargo de Jorge Marín.
'Al otro lado del micrófono' es una creación de EOVE Productora.