Hoy viajamos a Managua en busca de lo que queda de la revolución de 1979 que derrotó al dictador Somoza. Un paseo por las modernas calles de la capital de Nicaragua en compañía de las músicas de Carlos Mejía Godoy, Los de Palacaguina, Pancasán y algunas de las páginas más emotivas del libro de Sergio Ramírez ‘Adiós muchachos’. La historia de una generación que, como escribe Ramírez, presenció el triunfo de la revolución cubana y el fin del colonialismo en África e Indochina, que protestó en las calles contra la guerra de Vietnam. La generación que leyó “Los condenados de la tierra” de Fanon y “Escucha, Yanki!” de Stuart Mill, y al mismo tiempo a los escritores del boom latinoamericano. La generación de pelo largo y alpargatas, de Woodstock y los Beatles; de la rebelión de las calles de París en mayo del 68, y la matanza de Tlatelolco en México. La que vio Allende resistir en el palacio de la Moneda y lloró por las manos cortadas de Víctor Jara. Esta misma generación que encontró, por fin, en Nicaragua, una revancha tras los sueños perdidos en Chile, y aún más allá, tras los sueños perdidos de la República española, recibidos en herencia. Una época que fue también una épica.