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Arropadas por nuestro propio encierro y acunadas por nuestras incontenibles fantasías de domesticidad, en este episodio buscamos nuestro terapéutico sosiego en monjas encarceladas que, desde la soledad de su celda nos instan a mostrar siempre “pecho y corazón”, en mártires sufridoras que ni ante las más truculentas torturas perdían el “sonrís” de sus rostros, y en aberrantes carceleras que, miradas con más cercanía, se nos revelan en realidad como hábiles mujeres en busca de su rinconcito de autoridad barroca. Pecando un poco de anacrónicas, os llevamos de las reliquias de las sevillanas Santa Justa y Santa Rufina hasta el delirante proyecto de encarcelamiento femenino de vuestra nueva villana favorita, Magdalena de la Cruz, y sus espeluznantes resonancias con la Sección Femenina, pasando por la inquietante preocupación de los funcionarios sevillanos por las “sodomas de torpeza” que eran las cárceles de mujeres. Si queréis saber cuál de nuestras carmelitas predilectas vivió encarcelada en la más absoluta soledad en Lisboa, qué comían las mujeres en las cárceles de Sevilla en 1608 o la obsesión con la higiene y la salubridad conventual de nuestra Santa, dadle a play, amigas.
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Arropadas por nuestro propio encierro y acunadas por nuestras incontenibles fantasías de domesticidad, en este episodio buscamos nuestro terapéutico sosiego en monjas encarceladas que, desde la soledad de su celda nos instan a mostrar siempre “pecho y corazón”, en mártires sufridoras que ni ante las más truculentas torturas perdían el “sonrís” de sus rostros, y en aberrantes carceleras que, miradas con más cercanía, se nos revelan en realidad como hábiles mujeres en busca de su rinconcito de autoridad barroca. Pecando un poco de anacrónicas, os llevamos de las reliquias de las sevillanas Santa Justa y Santa Rufina hasta el delirante proyecto de encarcelamiento femenino de vuestra nueva villana favorita, Magdalena de la Cruz, y sus espeluznantes resonancias con la Sección Femenina, pasando por la inquietante preocupación de los funcionarios sevillanos por las “sodomas de torpeza” que eran las cárceles de mujeres. Si queréis saber cuál de nuestras carmelitas predilectas vivió encarcelada en la más absoluta soledad en Lisboa, qué comían las mujeres en las cárceles de Sevilla en 1608 o la obsesión con la higiene y la salubridad conventual de nuestra Santa, dadle a play, amigas.
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