Historia de la semana.
Lo difícil no es producir contenido, lo difícil es construir cercanía y veracidad en tiempos de desconfianzas, noticias falsas y pérdidas de ejemplos y referencias.
Hemos comprobado que algo que nos puede ayudar es el rol del “influencer”, la persona que es referente en un nicho determinado.
Ahora bien, sirve el mega conocido en Instagram por ejemplo para una campaña institucional, partidaria o gubernamental. En principio es complejo comprometerlo ya que su orientación suele ser hacia las marcas además han empezado a perder cierta credibilidad al transformarse en una maquinaria publicitaria más.
Por otro lado, quizá muchos “influecencers” inflaron sus números comprando seguidores, o con uso de bot para “seguir dejar seguir”, es decir en audiencias grandes de perfiles de redes suele haber algunas “trampas”.
Entonces lo que más está funcionando es el “influyente” medio de cercanía. Es decir aquel que cuenta con un número de comunidad que va de los 1000 a los 20000 seguidores. Suelen ser más genuinos, representar más su nicho (o micro nicho), generan al menos 4 veces más interacciones que las cuentas grandes y conservan ese espíritu originario que hace creíble su contenido y/recomendación.
En tiempos donde cercanía, respuesta y espíritu de comunidad, son valores que aprecian ciudadanos y usuarios estas cuentas son capaces de generar esos procesos.
Pensar estrategias con ellos que no sean el simple uso publicitaria de difusión “paga” sino la interacción en base a un problema y una solución, o la gestación de un proyecto para su nicho es una práctica que da buenos resultados en la comunicación política.