Desde que Antonio llegó a nuestras vidas, hemos aprendido a disfrutar y celebrar cada nuevo logro que alcanzamos juntos, sin importar lo grande o pequeño que este sea. El primero de estos logros fue salir de la clínica y finalmente estar juntos en nuestra casa. Habían sido dos semanas muy largas durante las cuales Antonio nos fue demostrando su deseo de superar cada prueba que la vida le fuera presentando.
Esa tarde de domingo al salir de la clínica, manejé hasta la casa con muchos nervios, sentía que llevaba en el asiento de atrás el tesoro más grande del mundo y no quería que nadie se le acercara. Ya en la casa vivimos un rato de mucha alegría y emoción junto a nuestras familias. Y ya en la noche al quedarnos solos los 3, vivimos uno de los momentos más maravillosos en esta aventura de ser padres, estábamos cansados, nerviosos, ansiosos y llenos de preguntas, pero todo esto quedaba en un segundo plano, frente al amor que sentíamos, y la sensación que ya estábamos juntos en nuestra casa, y no importaba nada más.