No es que seamos impotentes ante los genocidios contemporáneos. Somos cobardes, pues no nos atrevemos a dar el paso de la reinvención personal, de la fuga, de la huida del Centro del Sistema y sus Periferias. Por nuestra lógica productivista y consumista, por nuestra manía de obedecer, los asesinos somos nosotros y el Estado de Israel apenas nuestra herramienta.