Walter Vladimir Sandoval Peñate, de 37 años, era un hombre sano, sin tatuajes y sin rasguños, cuando ingresó a las bartolinas de la Policía en Ahuachapán. Así lo consigna la hoja de chequeo médico que elaboró el paramédico de la corporación policial, García Cortez, al final de la tarde del 30 de marzo de 2022: “Médico lo diagnostica paciente sano (...) apariencia general: consciente y tranquilo”.
Apenas 72 horas después, el tres de abril de 2022, Walter era un cadáver con signos de tortura: tenía hematomas en los pies, brazos y hombros. Tenía las muñecas casi cortadas por la presión de las esposas. Walter murió por un trauma cerrado de tórax, según la esquela de Medicina Legal. Un trauma cerrado de tórax es una lesión en el pecho provocada por un impacto contundente. La familia cree que Walter murió por una golpiza y por eso desde abril de 2022 solicitó a Medicina Legal la autopsia, pero esta institución se ha negado a entregarles ese documento durante los últimos tres años.
Walter es el primer fallecido del régimen de excepción, aprobado a finales de marzo de 2022, tras el fracaso de la negociación del Gobierno de Nayib Bukele con las pandillas. Durante los 40 meses de régimen, la Policía ha capturado a 86,400 personas, según la última prórroga que aprobó la Asamblea Legislativa, controlada por Bukele. Hasta el 17 de agosto de 2025, Socorro Jurídico Humanitario, una organización que asesora a víctimas de violaciones a los derechos humanos, reportó 435 muertes en las cárceles salvadoreñas. “Han muerto sin haber sido vencidos en juicio (...) 94% de las personas no tenían perfil de pandilleros y murieron bajo la tutela del Estado y en total impunidad”, informó en su cuenta de la red social X.
Decenas de personas han sido capturadas por fichas que los policías armaron incluso después de la detención. En algunos expedientes de captura solo se dice, literalmente, que la persona mostró “nerviosismo”. Los testimonios de tortura sistemática ya se cuentan por docenas, en su gran mayoría de salvadoreños sobrevivientes a esas celdas, pero también de varios venezolanos que pasaron por el Cecot, la megacárcel que Nayib Bukele prestó a Donald Trump para enviar a cientos de venezolanos, muchos de ellos sin más falta que haber migrado de su dictadura hacia Estados Unidos. Algunos de los salvadoreños que sobrevivieron a ese encierro hablan de capturados que no sobrevivieron ni a la primera noche, tras la paliza de recibimiento propinada por los custodios.
La razón por la que Walter fue detenido es ambigua. Dos policías, José Samuel Ramírez Martínez y Manuel Alfredo Martínez Escalante, consignaron en un acta que una persona, a quien no identifican aduciendo que temía a represalias, les informó que en la calle principal de la colonia San Alfonso, en Ahuachapán, se encontraba un grupo “al parecer miembros de pandillas, que estaban intimidando y exigiendo dinero a las personas que pasaban por el lugar”. En ese lugar era normal que hubiera un grupo de hombres, porque hay una cantina. Walter era un habitual, y para el día que se aprobó el régimen había consumido bebidas embriagantes sin interrupción durante ocho días.
La familia dice que la captura de Walter ocurrió porque estaba a la hora y en un lugar equivocado. Ellos reconocen que vivían en una zona controlada por una pandilla, donde la Policía constantemente lanzaba operativos. Pero sus familiares aseguran que Walter no era pandillero y por eso nunca había sido capturado antes.