La primera idea del presente
programa tenía mucho de capricho personal: reordenar las canciones incluidas en
Blackstar, organizar una nueva secuencia para lo que quedara para la eternidad
como el disco de despedida de David Bowie.
Algo que, sin
embargo, podía ser visto como un gesto arrogante, un intento de enmendar la
plana al creador; el plan quedó aparcado. Y surgió otra posibilidad. Sin
renunciar a dos de los temas de Bowie, que –podríamos decir- se esconden al
final del álbum, fui buscando músicas ajenas para honrar al difunto.
Una banda sonora
para un velatorio a distancia. Alguien pinchando para un funeral imaginario.
Música de duelo para una ceremonia restringida, limitada a los oyentes de RGP.
No son canciones
favoritas del difunto, nada de eso. Calculo que Bowie sí escuchó a Suicide;
ignoro si conocía Dream baby dream, un single suelto, hecho con producción de
Ric Ocasek. Por el contrario, no parece haber muchos vínculos de David con Neil
Young, pero detecto una melancolía universal en su interpretación del himno Home on the range que resulta reconfortante.
Y todo así. La
semilla de Bridge over troubled water está en un verso de los Swan
Silvertones, el grupo de góspel; había cierta lógica en recuperarla en la
solemne recreación de los Dramatics. También hay algo eclesial en el órgano de My heart’s in the highlands, composición del estonio Arvo Pärt, aunque la
letra lleva a los espacios abiertos de las Tierras Altas de Escocia,
inspiración original del poeta Robert Burns.
Las conexiones se
irán revelando...¡tal vez!. Había elegido un par de piezas de jazzmen
neoyorquinos, en referencia oblicua a los músicos que trabajaron en Blackstar:
un emotivo tema propio del guitarrista Sonny Sharrock y una versión del
organista Wayne Horvitz, el Upper Egypt de Pharoah Sanders. Después de grabar
el programa,
descubro que Horvitz dedicó su interpretación de Alto Egipto a Sonny
Sharrock; se lo había escuchado tocar en directo cuando compartieron cartel.
Quiero pensar que Bowie habría localizado otros nexos entre estas músicas. Esa
también era una especialidad de David: buscar orden en la vorágine de impactos,
emocionales e intelectuales.