Chicago: lo llaman la Ciudad de los Vientos (y es cierto, los inviernos pueden resultar aterradores). Aunque, por lo que a mí respecta, el nombre adecuado sería la Ciudad de los Vientos y las Cuerdas. Ocurre que tengo un afecto especial por el soul que se hizo allí en los años sesenta y setenta, una música inocente que evolucionó hacia orquestaciones elegantes, capaces de abrigar cálidamente a poderosos cantantes y grupos.
En los créditos de aquellos discos se repetían los nombres de Carl Davis, Johnny Pate, Gene Chandler, Riley Hampton. Cierto que Chicago nunca tuvo el prestigio de Detroit, potenciado por la maquinaria publicitaria de Motown Records. La inmensa producción soul de Chicago no tuvo un único foco: se repartió entre sellos como OKeh, Chess, Vee-Jay, Brunswick, Chi-Sound, Curtom…
Curtom, como refleja su nombre, fue la criatura discográfica de Curtis Mayfield. Y puede resultar una herejía que precisamente él, el genio más visible del soul de Chicago, no aparezca en esta edición del MAPA SECRETO. Bien, exhibo mis coartadas: (1) la grandeza de Curtis no es precisamente un secreto, (2) el hombre se merece uno o varios programas completos y, de todos modos, (3) aquí figura como compositor y/o productor.
Chicago, lo debo confesar, da miedo, incluso de día y en pleno verano. Es una urbe pétrea, que parece orgullosa de mostrar el perfil duro del capitalismo desnudo. Sus policías acojonan (todavía). De sus dinastías políticas, mejor ni hablar. Así que imagino que los músicos de soul quisieron aportar humanidad, belleza y ternura a una forma de vida implacable. Y, bendita sea, lo lograron.