Consuelo Fernández López nos recibió en su casa los primeros días de septiembre de 2011. Había tenidos una vida rica en recuerdos pero el Alzheimer avanzaba. Y esto es la memoria que guardamos de aquella tarde que pasamos con ella.
La madre de Consuelo se llamaba Manuela, los días de feria vendía vino y de joven forraba las cajas de los muertos con tela. Su padre se llamaba Domingo, el cantor de Nadela, le decían, siempre iba con traje y sombrero. Le contrataban para cantar en los entierros y misas de las parroquias de Lugo. La maestra de escuela de Consuelo se llamaba Doña Lola y todo esto recuerda en voz alta ella, con la voz entrecortada y la sonrisa en la cara.
Esta es una historia sobre el Alzheimer, sobre los recuerdos y sobre la vida.