Los sacerdotes y escribas, que reclaman ser los dueños de la verdad, se han convertido, paradójicamente, en siervos de la oscuridad. Y vienen a Jesús en medio de la noche porque lo que quieren hacer es vergonzoso. Los hijos de Dios no se mueven en la oscuridad, sino que buscan la luz. La luz exhibe lo que somos, pero los siervos de las tinieblas viven de apariencias. Esta noche están mostrando su verdadero rostro. Las tinieblas odian, lastiman, matan. Eso es lo que quieren hacer.