Muchas veces los seres humanos somos demasiado pretensiosos al creer el razonamiento lógico y matemático es una cualidad exclusiva de nuestra especie y que como triunfo evolutivo esto nos pone en la cima de la pirámide señalada sobre el dominio del planeta.
Supongo que algunos de los lectores ya han escuchado sobre la inteligencia propia de algunos animales como los perros, los delfines los chimpances, e incluso me imagino que algunos han escuchado de algunas especies de loros que saben contar hasta 5 y hasta 10 y reconocer los colores, e incluso realizar operaciones aritméticas básicas como la suma.
Sin embargo estas cualidades han sido atribuidas a seres con un alto desarrollo evolutivo, ¿Pero un insecto será capaz de contar? ¿O de sumar? Pues bien las abejas, estos amigos del planeta son mas inteligentes de lo que parece, después de escuchar este podcast tendríamos mas cuidado en decirle “Cerebro de insecto” a alguien, ya que al parece esto esta lejos de ser un insulto.
Así que sin más ni más, hablemos de abejas…
La evolución de las especies ha sido un muy largo experimento de ensayo y error, el cual hasta donde sabemos solo ha ocurrido en un lugar del universo, los organismos unicelulares dominaron el planeta por mas de tres cuartas partes del tiempo que lleva de existencia de nuestro planeta y este es el principio de la guerra evolutiva, cada especie evoluciona con el tiempo para imponerse sobre las otras formas de vida, solo los mas fuertes sobreviven y con el pasar del tiempo los más débiles desaparecen.
Algunos millones de años atrás, la evolución creo seres inmensos, dotados de colmillos y garras, con la fuerza suficiente para dominar el mundo, y si, estoy hablando de los dinosaurios, majestuosos reptiles como quizás nunca se verán de nuevo, y sin embargo su imponente tamaño fue en parte responsable de su propia desaparición, durante los 165 millones de años que dominaron la tierra no pudieron desarrollar la inteligencia suficiente para evitar su extinción por una amenaza que provenia fuera de este mundo.
Así que la naturaleza aprendió de este detalle y desarrollo seres menos grandes y menos fuertes pero con cerebros más evolucionados, seres que en pocos miles de años han logrado lo que no hicieron los dinosaurios en millones de años, mirar a las estrellas y convertirse en la primera especie en crear estrategias para evitar su propia extinción, hemos vencido muchas enfermedades, prolongado nuestra esperanza de vida más allá del doble, los seres humanos somos gigantes que volamos más alto que cualquier pájaro, corremos más rápido que cualquier gacela, podemos levantar y mover objetos mas pesados que cualquier elefante y hemos empezado incluso a superar las enfermedades como la viruela.
Somos seres poderosos pero nada indica que seamos los reyes de la creación, nosotros, nuestra especie, es solo un eslabón de la cadena evolutiva, puede existir en el futuro una amenaza, desconocida para nosotros en este momento, y para la que no estemos preparados, lista ahí avanzando hacia nosotros grabada con la fecha de exterminio de la especie humana. Entonces otra forma de vida pasara a ser la que domine el mundo.
Existen unos candidatos interesantes para este lugar, los astutos felinos, las hormigas, los indestructibles osos de agua, y por supuesto las abejas, su simpleza representa al mismo tiempo su fortaleza, su principal enemigo somos los seres humanos que las sacamos de sus hábitats nativos para crear zonas habitables y de cultivo, que insertamos especies nuevas depredadoras en sus ecosistemas y que fumigamos el planeta donde millones de ellas mueren en cada instante.
No por eso, dejan de ser seres admirables, poseen un sistema social organizado bastante exitoso, su ardua dedicación al trabajo logra entre otros polinizar la mayoría de las plantas del planeta y aunque nos parezca mentira las abejas saben de aritmética, pueden sumar y restar cantidades simples.
Pero bueno ¿Cómo sabemos los humanos que las abejas saben sumar?, durante el año de 2018 la Universidad de Melbourne en Australia desarrollo un curioso experimento que permitió probar la capacidad de las abejas.
El experimento consistía en un túnel en forma de Y, en la parte inicial del túnel había una cámara por donde podían entrara las abejas, llamémosla cámara inicial, donde podían pasar a una segunda cámara que tenia dos posibles salidas, en cada salida se dispuso una imagen que contenía entre 1 a 6 elementos iguales, la abeja debía decidir tomar una de las dos salidas pero si tomaba la de menor valor recibiría un estimulo positivo, en pocas sesiones de entrenamiento los resultados fueron más que asombrosos, sin importar cuantos elementos eran o si estaban a izquierda o a derecha las abejas sabían cual cantidad era menor.
Pasando a un nivel de complejidad mayor, en la cámara inicial se colocaban dos tarjetas con diferentes elementos si las tarjetas tenían objetos del mismo color estos debían sumarse pero si eran de distinto color entonces debían restarse, luego se cruzaba a la segunda cámara, la que tenía dos salidas, al lado de cada salida había una tarjeta, una con una respuesta correcta, y otra con una respuesta correcta, si elegían la salida correcta recibían un premio, en pocos entrenamientos los porcentajes de acierto eran altamente elevados.
Para evitar creer que la cosa sucedía por azar o que habían factores diferentes que habían parecer positiva la respuesta de las abejas se hicieron muchos ensayos cambiando las figuras, los colores, la ubicación de la respuesta correcta, en el rigor del método científico se garantizo que efectivamente la respuesta de las abejas estaba asociada a la capacidad de visualización de las tarjetas.
Pero la cosa no para aquí, hay un concepto numérico que los seres humanos nos costo siglos aprender y ahora que lo aprendimos, a los niños les cuesta entender cuando se lo enseñamos, se trata del concepto del 0, desconocido para los egipcios, los griegos, los romanos, los chinos, los mayas, cuando en la cámara inicial se colocaban dos tarjetas, cada una con la misma cantidad de elementos pero de diferente color, la respuesta era cero. Así que en la segunda cámara donde se debía tomar la decisión se colocaba una tarjeta en blanco y de nuevo el nivel de respuesta de las abejas era superior al 80% de acierto.
O sea que estas pequeñas obreras saben contar, saben que cantidad es mas grande que otra, saben hacer sumas y restas básicas, pero sus logros no se restringen solo a la aritmética, recordemos que la aritmética es la rama de la matemática que habla de los números, porque las abejas también saben de geometría. Que es la rama de la matemática que habla de las formas.
Hay muchas cosas que vienen a nuestra mente al pensar en abejas, zumbidos, aguijones, franjas de color café y amarillo, pero quizás una que asociamos siempre es la imagen de un panal, una rejilla formada por hexágonos donde criar sus larvas, recordemos que un hexágono es una figura de seis lados, si todos sus lados miden lo mismo se llama un hexágono regular y a finales del siglo XX se descubrió que una cuadricula, bueno una rejilla, formada por hexagonos es la forma mas eficiente de distribuir el espacio, mas que una rejilla formada por cuadrados, o triángulos u otra figura geométrica y que ademas no deja huecos, los humanos lo descubrimos al final del siglo pasado y las abejas lo sabían hacia millones de años.
Finalmente esta la conocida “danza” de las abejas, una forma muy interesante que tiene una abeja exploradora a todas sus hermanas de la colmena donde se ubican campos cubiertos de flores con rebosante néctar, para ello la abeja exploradora gira haciendo figuras en forma de 8 cuya inclinación, y dirección señalan la ubicación del campo ubicando como referencia la posición del sol.
Al ver esto resulta mas que asombroso imaginarse que un ser tan indefenso en apariencia, tenga una vida tan compleja, y eso que aquí solo hablamos de sus capacidades de razonamiento matemático, las abejas son también un éxito en la ingeniería, la ecología, la sociología y mucho más.
Nosotros a veces en nuestra prepotencia pecamos de ingenuos al creer que somos la especie dominante del planeta, si las abejas dejaran de existir el costo económico que representaría polinizar todas las flores del planeta para los humanos es inconmesurable. Si los humanos dejáramos de existir las poblaciones de abejas aumentarían en vez de disminuir.
Asi que por hoy les dejo la recomendación que seamos amigos de las abejas antes que la evolución haga que ellas comiencen a entender los conceptos de probabilidad y pongan en evidencia la fragilidad como especia que tiene la humanidad.