El asesinato en Madrid, el 8 de marzo de 1921, de D. Eduardo Dato Iradier (1856-1921), entonces Presidente del Gobierno, constituyó el tercer “magnicidio” –tras los de los también Presidentes Cánovas del Castillo en 1897 y José Canalejas en 1912—del período de la Restauración (reinado de Alfonso XII, regencia de Dª Mª Cristina de Habsburgo, reinado de Alfonso XIII). Los tres asesinatos cambiaron, de alguna forma, la historia de España. La muerte de Dato, concretamente, agravó de forma dramática la crisis que el sistema político español –la monarquía constitucional y parlamentaria restaurada en 1874 y regida por la Constitución de 1876—experimentaba desde la derrota de 1898 y la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y de forma especialmente evidente y grave desde 1917.
El centenario del hecho –del atentado que costó la vida a Dato, perpetrado en el centro de Madrid, en la Puerta de Alcalá, por un pequeño grupo de “pistoleros” anarquistas—puede ser ocasión oportuna para revisar un pasado, el reinado de Alfonso XIII, de particular importancia en la historia contemporánea española. El papel de D. Eduardo Dato en la política española, especialmente entre 1899, en que fue por primera vez ministro, y 1921, el año de su asesinato, interesa, en efecto, desde distintas perspectivas: primero, como aproximación biográfica a un político que asumió las máximas responsabilidades en la gobernación del Estado español del siglo XX; segundo, como forma de entender el sistema institucional y político de nuestro país en un momento crucial de su desarrollo; y tercero, para analizar los orígenes de la crisis española del siglo XX, que culminó, como se sabe, con el cambio de régimen de 1931 –caída de la monarquía, proclamación de la república—y la guerra civil de 1936-1939.
El estudio del reinado de Alfonso XIII (1902-1931), en el que Dato fue actor principal –como lo fueron igualmente Maura, Moret, Canalejas, Romanones, Cambó, Santiago Alba, Sánchez Guerra, García Prieto y otros políticos--, un reinado en el que España, la economía y la sociedad españolas, cambiaron decisivamente, plantea numerosas cuestiones e interrogantes, todas ellas de considerable trascendencia: el sistema de partidos, la guerra de Marruecos, la cuestión social, la irrupción de regionalismos o nacionalismos periféricos, el papel del Ejército, la figura del propio Rey…. Pero plantea sobre todo un gran tema: saber si la Monarquía española, una Monarquía sin duda constitucional y liberal, pudo o no haber evolucionado, como fue el caso de otras monarquías europeas de la época, hacia una Monarquía plenamente democrática, posibilidad cuya materialización tal vez habría hecho que España no hubiese experimentado cambios dramáticos ni en la forma del Estado ni en su vertebración como estado y nación.
El asesinato de Dato cobra desde esa perspectiva interés y significación históricos especiales: se produjo cuatro meses antes del desastre de Annual en la guerra de Marruecos, y dos años antes del golpe de estado del general Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923), como es sabido, dos de los hechos más importantes y graves de la historia española de nuestro tiempo.