Salmos 7:1-17 RVA2015:
Oh SEÑOR, Dios mío, en ti me he refugiado. Sálvame de todos los que me persiguen y líbrame. No sea que arrebaten mi alma como el león que despedaza, sin que haya quien libre. Oh SEÑOR, Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos iniquidad, si recompensé mal al que estaba en paz conmigo, si despojé sin razón a mi adversario, entonces persiga el enemigo a mi alma, y que la alcance; pise en tierra mi vida, y mi honor eche por tierra. Selah. ¡Levántate, oh SEÑOR, con tu furor! Álzate contra la ira de mis angustiadores, y despierta, Dios mío, el juicio que has ordenado. Entonces te rodeará la congregación de los pueblos, y hacia ella vuélvete en lo alto. El SEÑOR juzgará a los pueblos; júzgame, oh SEÑOR, de acuerdo con mi justicia y mi integridad. Acábese ya la maldad de los impíos, y establece al justo; pues el Dios justo pone a prueba los corazones y las conciencias. Mi escudo está en Dios, quien salva a los de recto corazón. Dios es el que juzga al justo; es un Dios que emite sentencia cada día. Si el impío no se arrepiente afilará su espada; ha dispuesto su arco y lo ha preparado. También ha alistado para sí armas de muerte y ha hecho incendiarias sus flechas. He aquí que gesta maldad, concibe afanes y da a luz mentira. Cava un pozo y lo ahonda; pero en la fosa que hace caerá. Su afán se volverá contra su propia cabeza; y la violencia que ha practicado recaerá sobre su coronilla. Pero yo alabaré al SEÑOR por su justicia, y cantaré al nombre del SEÑOR el Altísimo.
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Este salmo de David es muy similar a los primeros salmos que hemos estudiado. Ahí está el clamor de una persona pasando por pruebas, persecuciones y peligros. Tal vez esta forma de clamar al Señor proviene de un hombre que vivió en persecución por muchos años, escondiéndose en cuevas y viendo en el desierto y constantemente atemorizado porque, el rey de su pueblo, quien también era su suegro, lo perseguía para matarlo.
Imagínate a David continuamente escuchando la voz de sus soldados diciéndole: "¡David! ¡Levántate y levantemos campamento porque Saúl ya viene con todo su ejército y está cerca!"
Por eso David llega a este punto de considerar su propio vivir. Al presentarse delante del Señor, hace una autoevaluación de sí mismo. Le dice al Señor que si él ha sido injusto y si ha vivido una vida pecaminosa, que él aceptaría todas esas pruebas y persecuciones que estaba viviendo. Pero que si ese no es el caso, entonces que por favor lo socorriera y le diera la victoria.
David sabía muy bien sobre la ley de las consecuencias. Él sabía que si había hecho daño a su amigo o a sus aliados sin razón, o si había castigado al enemigo sin razón, entonces él es merecedor de todas sus penas.
Reflexionemos sobre nuestra vida, si posiblemente estamos sufriendo porque estamos pasando una prueba o porque estamos sufriendo las consecuencias de nuestras malas acciones. Es muy posible que nosotros hayamos sido injustos con alguien sin darnos cuenta o siendo conscientes de ello, actuando con altivez y arrogancia, pero las pruebas nos sirven para reflexionar si le hicimos daño a alguien con nuestras palabras, calumniando, hablando mal de alguien, guardando rencor, dejando que la envidia perturbe nuestra alma, o no ayudamos a alguien en necesidad a pesar de que podríamos.
Sea cuál sea la circunstancia, todos en algún momento de nuestra vida podremos fallar en algún área y a alguna persona con alguna actitud o acción de injusticia. Es importante recapacitar a tiempo, enmendar la situación, pedir perdón, retribuir el daño pagando la pérdida que causamos a alguien, y cambiar nuestra forma de actuar, pensar y vivir.
Esta oración es similar a la de Job cuando le reclamaba al Señor que le explicara el porqué estaba pasando por ese sufrimiento cuando él no había codiciado ni siquiera a la mujer de su prójimo, no había robado a nadie, y en general, no había cometido injusticia contra su prójimo. Más adelante...