Hay ciertas actitudes que desafortunadamente hemos permitido que contaminen la iglesia
general de hoy, y de eso es lo que nos hablará Pablo.
Las cosas que vemos y de las cuales nos quejamos en la iglesia de hoy no son cosas
nuevas, son reflejos del corazón pecador del ser humano, por tanto la cura siempre es el
evangelio.
En los tiempos de Pablo había una línea clara trazada entre judíos y gentiles; se pensaba
que ambas cosas eran como agua y aceite, jamás de juntaban.
Hoy, por desgracia, hay mucho de esa línea divisoria en la iglesia, lo podemos ver entre
personas que están sirviendo en la iglesia y aquellos que no lo hacen; algunas veces se ve
entre el pastor y la congregación; Ancianos y el resto de la iglesia, hasta el punto que
incluso vemos una línea divisoria entre personas que se les dice los Ungidos y no
ungidos.