Dios es fiel, y por su gracia y misericordia cuida de cada uno de nosotros.
No nos bendice por nuestros méritos, sino por quien Él es. Por eso, como hijos de Dios, podemos vivir con confianza y gratitud, sabiendo que nuestra vida está en sus manos. Su amor se reflejará en nosotros, no por lo que hacemos o somos, sino por la grandeza de nuestro Dios.
Todo lo que tenemos proviene de Él, así que vivamos para Él.