(Entrevista de Manuel Sollo). Dice un personaje: “El
pasado se vuelve presente en cuanto lo tocas”. Dirá otro: “Parece que no te puedes librar nunca de tu
linaje”. ¿Hasta qué punto los hijos son responsables de los desmanes de sus padres? ¿Cómo convivir con la amenaza de esa
herencia? ¿Cómo sortear la
culpa de una memoria atroz? Son algunas de las cuestiones que afloran en la última obra de
Sergio del Molino,
Los alemanes (Alfaguara). Profundiza en sus preocupaciones habituales: la
familia, la
identidad, el
desarraigo, el legado, la construcción de una
patria. Nos lo cuenta a través de un hecho poco conocido: la llegada a España de un grupo de seiscientos germanos en 1916, durante la Primera Guerra Mundial. Huían de su colonia en
Camerún. Muchos se asentaron y prosperaron en
Zaragoza. En la ficción del autor de
La España vacía, una de estas familias, los Schuster, levanta una potente industria de salchichas, que cerrará décadas después. Los
tres hermanos herederos habrán de afrontar las consecuencias de los
secretos familiares, en una trama de
fanatismo nazi,
judíos vengadores y
corrupción político urbanística. De fondo, el debate cultural entre
ciencia y humanismo y un sentido homenaje a la cultura germana y en especial a la
música de Schubert.