Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre la política actual y el nuevo escenario en el que nos encontramos. En este último tiempo se ha producido un nuevo equilibrio. La gente se adapta a las situaciones en las que vive y crea una nueva normalidad que en la década del 70´, por ejemplo, no hubiera tolerado.

En este nuevo equilibrio se genera una capa de gestores del control social, es decir, de gente que cuida que no nos rebelemos ni provoquemos una crisis social. Por lo tanto, necesita controlar el Estado y modificarlo en base a esta función prioritaria que es lograr un control social molecular: estar en el día a día de la explosión.

Frente a esto, vemos como el macrismo empieza a gestar la idea de la “nueva oligarquía” haciendo referencia al kirchnerismo. Los integrantes de este sector, vienen a ejercer el control social para que la cosa no estalle. De esta forma, mientras la función de cuidar la acumulación del Estado capitalista está en manos del macrismo, el control social pasa a ser responsabilidad del kirchnerismo. Esta nueva oligarquía se mezcla con otra parte del aparato estatal que es el personal mafioso.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre cómo la política internacional gira en torno a la disputa entre EE.UU. y China. Ya en 2018 habíamos mencionado como elemento determinante de la crisis, el agotamiento del país asiático como motor de la economía mundial y el inicio de una pelea potente con el país americano. Biden ha demostrado que tiene la misma agenda política que Obama y con una mayor agresividad. Acá toda la cuestión es tratar de alinear al mundo contra China y utilizar la economía norteamericana como un imán de la economía mundial.

Este escenario de gran disputa está fragmentando situaciones y poniéndole calor a cuestiones que ya estaban sobre la mesa y que vienen por otros caminos, pero que empiezan a encontrarse simplemente porque se dan en forma simultánea y de alguna manera se afectan. No estamos en un mundo donde haya una hegemonía capitalista clara. Existe un elemento de crisis y de descomposición general que se hace cada vez más evidente.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre la situación político-económica de la Argentina, las propuestas que tienen las distintas fracciones burguesas a la crisis y la importancia del uso correcto de los términos a la hora de analizar lo que ocurre en nuestro país.

Estamos en medio de un vacío de pensamiento acerca de la estrategia y de las posibilidades de la Argentina. En el mejor de los casos, el país va a poder salir de esto, es decir, dirigirse a un nuevo equilibrio donde las cosas más o menos se organicen un poco. Recuperar alguna forma de crecimiento que sea menor porque toda la Argentina ha bajado un escalón. ¿Qué queremos decir con esto? Que habrá una magnitud de pobres mayor que la que hemos visto antes, aunque menor que en el momento de la pandemia claro. Pero esa salida del infierno siempre es un piso más abajo, con lo cual seguiremos reproduciendo esa estrategia de degradación permanente de un país que se descompone por su propio peso.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre la situación política argentina, las posiciones que se están asumiendo al interior del gobierno y lo que ocurre con la oposición. La clave del gobierno de Fernández es que “acá no se puede hacer nada”. Si observamos bien, cualquier decisión que Alberto toma, para el lado que sea, esta no se ejecuta. En el caso de acatarse algo siempre son cosas menores porque las cuestiones importantes y de peso no se tienen en cuenta. Su gobierno es un pantano.

Por su parte, hasta ahora Horacio Larreta tenía en su haber simplemente el hecho de que él comandaba una ciudad que él mismo ni siquiera se ganó porque fue el fruto de Macri. Pero, cuando se planta con el tema de la educación, sube al ring a dar pelea y se posiciona de otra forma. Esto hace que, hoy por hoy, sea el candidato no sólo a presidente sino a dirigir el PRO. Obviamente esa dirección tiene muchas dificultades. Y lo que es interesante ver es por dónde está pasando la crítica interna del PRO hacia su gestión. Se lo cuestiona por el lado de que sus dichos son una cosa y sus hechos son otra cosa. Se puede apreciar que, en el fondo, no hay un enfrentamiento tan frontal con Alberto como el que parece.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre los debates que giran en torno a cómo va a ser la salida de la pandemia y cuál es la situación económica mundial actual. Hay cierto consenso de que la pandemia ha blanqueado una situación de crisis y le ha dado una “solución”, que en términos económicos quiere decir liquidación del capital sobrante. Los capitales débiles desaparecen y eso limpia el mercado para aquellos que sobreviven. Para algunos países esto es una limpieza de población sobrante (para el capital).

Hay muchos países que están viendo ya un rebote muy importante. Ahora, la pregunta que está dando vueltas es si esto va a ser sólo un rebote o si va a ser algo más. Pero, más allá de estas posiciones, cuando uno analiza lo que está ocurriendo país por país ve que lo que se observa es un calco de la situación anterior. Y esto plantea una serie de problemas ya no del orden de lo económico sino de lo político.

El futuro para América Latina pinta tan malo como antes de la pandemia porque la situación ya iba barranco abajo. Todo esto quiere decir que hay una crisis persistente de larga data. La pandemia nos lleva a la discusión sobre quién va a encabezar la salida de la crisis mundial que estamos atravesando.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre las declaraciones que se hicieron desde el gobierno sobre las nuevas medidas que se iban a implementar como forma de prevención ante el aumento de casos. Fueron múltiples los cruces entre Nación, las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Pero, lo importante es lo que no se dijo.

Es claro que, por detrás de la toma de decisiones de Alberto, lo que se estaba midiendo era el nivel de apoyo que tiene el presidente. Y es obvio que el desplante de Larreta, en relación al cierre de clases de forma presencial, sólo se explica por el hecho de que el integrante de Juntos por el Cambio ha tomado el comando de la resistencia constituyéndose en el jefe del peronismo provincial. El líder de los que le están diciendo NO al presidente. Ahora, su decisión no tiene nada que ver con una cuestión jurídica o epidemiológica, sino más bien política.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre la situación que está viviendo el país y las decisiones que está tomando el gobierno frente al aumento de contagios. La Argentina es un transatlántico de lujo a la deriva. Tiene un soporte material y potencialidades (físicas, naturales y sociales) muy notables con las que podríamos estar mucho mejor. Pero, tal es el desastre que está realizando esta gente que nos gobierna que parecieran estar confabulando para echar abajo todo el país. Estamos atados a un cortoplacismo asesino que no va a ningún lado, en donde tampoco se están tomando decisiones estratégicas.

Lo peor de todo es que el gobierno nacional acaba de declarar que no es gobierno nacional. Afirma que el tema del coronavirus no es su problema. Que si las provincias quieren negociar vacunas, que lo hagan y listo. Alberto tenía la oportunidad de zafar de caer barranca abajo realizando una buena estrategia a nivel económico y/o con una buena política de vacunación. Pero, parece que ya tiró la toalla.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre el aumento de casos de Covid-19 y cómo incide en los niveles de contagios la “vuelta a clases”. Hoy nos encontramos a un mes y medio del inicio “formal” de las clases de este año. Y usamos las comillas porque ese comienzo fue medio trucho en un par de aspectos. En primer lugar, la vuelta al cole se realizó de a poco, de manera escalonada, empezando por los más chiquitos hasta concluir la secuencia un 20 de marzo con los cursos de estudiantes de nivel secundario.

Y, por otro lado, la realidad es que las clases no volvieron del todo en la Argentina porque lo que tenemos es una semi- presencialidad, que en muchos casos es más “semi” que algo presencial. Actualmente, los chicos tienen menos clases que cuando estaban en plena pandemia. Porque, a diferencia de lo que muchos creen, el año pasado sí se dieron clases. No fue un año “perdido”.

Esta “vuelta al cole” nos marca un antes y un después en relación a los contagios. El 15 de febrero de este año, es decir, dos días antes del comienzo de clases la cifra de personas infectadas con Covid fue de 3.259. El nivel de contagios venía bajando sustantivamente y sorprendentemente porque ya para esta fecha todo el mundo había vuelto de sus vacaciones y se esperaba que esto generara un alza en los casos. Ahora, después del comienzo de clases, los contagiados al 31 de marzo fueron de 16.056.

En medio de una nueva ola por el Coronavirus, la crisis política se está desenvolviendo, y empezando por la cabeza. En esta cuestión, aparece la falta de estrategias ante las elecciones de las alianzas.

Eduardo Sartelli, en su columna semanal en Código de Barras, habló sobre las mentiras que giran en torno a la educación argentina, en este año lectivo que acaba de iniciar. La primera de ellas se encuentra contenida en la declaración que hace el gobierno cuando dice que “no se puede perder otro año de clases”. Cuando el año pasado se dictaron clases, con una intensidad muy alta, a todo el mundo que pudo tomarlas.

Otra de las mentiras que andan dando vueltas es que hay clases presenciales. Cuando vos realmente calculas la cantidad de alumnos que están yendo a clase ves que ronda entre el 10 y 20%. Es decir, objetivamente no es cierto.

En este caso, es mentira que la presencialidad mejora la educación. Estamos peor que el año pasado. Si el gobierno realmente quisiera mejorar la educación este año, le hubiera dado computadoras y conexión gratuita y de calidad a todos los estudiantes. Este sistema es demagogia electoral. Está hecho para cumplir con las encuestas en un año electoral.