En enero de 1918 el comisario de instrucción pública de Lenin, Anatoli Lunacharski, logró llevar a cabo un juicio contra Dios por sus crímenes contra la humanidad, en un proceso simbólico que se llevó a cabo durante cinco horas, y que culminó con la declaración de culpabilidad por genocidio.

Claro, fue algo simbólico, pero a las 06:30 horas de la mañana del 17 de enero de 1918, un pelotón de fusilamiento disparó cinco ráfagas de ametralladora contra el cielo de Moscú, cumpliendo la sentencia de muerte contra Dios.