El manso no es una nulidad, un cero a la izquierda. Tampoco es una persona de carácter débil o pasivo que, a causa de su timidez, cobardía o debilidad, no se atreve a hablar o a defender la causa de la verdad y la justicia. No es una persona servil o voluble, que se deja llevar por todo viento de doctrina, que cambia de colores, como un camaleón, según las opiniones de los que le rodean, o que no sabe mantener firmes convicciones. Burt, D. F.