Hoy, nuevamente, vamos a prestar atención al instrumento más importante dentro de una orquesta. Ciertamente lo son todos, desde luego, pero el violín es la voz principal del conjunto, el que habitualmente lleva gran parte de la melodía y al que, por algo será, se le da el papel de concertino. En definitiva, un instrumento que siempre nos hace vibrar con su afinado timbre.
Si además, el arco está en las manos adecuadas, el gozo para nuestros oídos es inigualable.
Dos obras componen el programa de hoy: el Concierto para violín en E minor, Op. 64 de Mendelssohn y el también concierto para violín en A minor, Op. 53 de Dvorak. Ambas van a ser interpretadas por David Oistrakh, violinista y director de orquesta soviético, considerado, y con razón, como un de los mejores instrumentista del siglo XX.
Y, bueno, debo aclarar que he dicho soviético porque su carrera se desarrolló amparada en la Unión Soviética pero, realmente, nació en Odessa, Ucrania. Que cosas.
Como casi todos los genios comenzó sus estudios de violín a edad muy temprana, tenía cinco años. Sus logros llegaron enseguida. Su concierto de graduación en el conservatorio llamó tanto la atención que, al poco tiempo, fue seleccionado como solista para tocar el concierto para violín de Glazunov. Lanzada su carrera, fue invitado a tocar el Concierto para violín de Tchaikovsky en Leningrado junto a la Orquesta Sinfónica de la ciudad.