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(Día Internacional de las Personas con Discapacidad)
Eeileen Auxiliadora Romero Valle nació en 1974 en Mejicanos, uno de los distritos municipales de San Salvador. Pero ese día el médico les informó a sus padres Antonio Romero y Sofía Valle que la bebita, que cabía apenas en la palma de una mano, padecía de osteogénesis imperfecta, conocida popularmente como «huesos de cristal». El parto le había causado sus primeras seis fracturas, y seguirían decenas más debido a lo frágiles que eran sus huesos. «Tendrá baja estatura —les pronosticó el pediatra—, y si se le desvía la columna, los dolores serán duros. Lamento decirlo, pero no vivirá más de seis años.»
Durante esos años de guerra civil, una de las partes les exigía a los comerciantes un «impuesto de guerra» para financiar sus actividades. Antonio Romero era un comerciante con relativo éxito, y logró pagar la primera cuota, pero cuando dieron de alta a su hijita, ya no tenía con qué hacer el segundo pago. En vez del plazo que les rogó que le dieran, lo balearon. Antonio había sido el único sustento de la familia y de su esposa Sofía, que estaba a cargo del cuidado especial de su hija Eeileen.
A los once años, Eeileen sufrió la última fractura, y milagrosamente no volvió a quebrarse nada. Algunos años después comenzó a estudiar la primaria gracias a los esfuerzos que hicieron el abuelo y la madre. Luego de que se cerró el colegio al que asistía en silla de ruedas, a los diecisiete años la familia de su fallecido padre ayudó a matricularla en el Liceo Cristiano Central, en quinto grado. Posteriormente el liceo le otorgó una beca completa, sin la que no hubiera podido seguir estudiando, y en su testimonio en la graduación como bachiller en 1998, les dijo a todos: “Compañeros, no sólo seré abogada de la República; también representaré al país en las Naciones Unidas.”
Irónicamente, Eeileen luego fue rechazada en la única universidad que ella podía pagar, pero recibió de parte de la Universidad Cristiana de las Asambleas de Dios la beca necesaria para emprender allí la carrera de Derecho. En 2004 obtuvo el título universitario en ciencias jurídicas, asesorada para su tesis por el juez Saúl Morales, quien tenía una hija que adolecía de una discapacidad y trató a Eeileen como un padre. Sólo unas semanas después, ya en 2005, viajó a Nueva York a fin de participar en la Convención Internacional para la Defensa de los Derechos de las Personas con Discapacidad que se celebró en la sede de las Naciones Unidas. Y en 2018 fue elegida diputada de la Asamblea Legislativa de El Salvador.
Muy poco antes de su fallecimiento en 2021 a los 47 años debido a complicaciones de salud que culminaron en un paro cardíaco, en una entrevista citada en la obra de Marvin Galeas y Carlos Clará titulada Sólo quedaban tres, que trata sobre la historia de los Liceos Cristianos Reverendo Juan Bueno en El Salvador y que incluye tres capítulos sobre la vida de Eeileen, ella declaró: “No se trata de tener o no una discapacidad.... Se trata de ser perseverante, de querer vivir bien y correctamente. Dios reconoce eso y te bendice.”»1
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
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(Día Internacional de las Personas con Discapacidad)
Eeileen Auxiliadora Romero Valle nació en 1974 en Mejicanos, uno de los distritos municipales de San Salvador. Pero ese día el médico les informó a sus padres Antonio Romero y Sofía Valle que la bebita, que cabía apenas en la palma de una mano, padecía de osteogénesis imperfecta, conocida popularmente como «huesos de cristal». El parto le había causado sus primeras seis fracturas, y seguirían decenas más debido a lo frágiles que eran sus huesos. «Tendrá baja estatura —les pronosticó el pediatra—, y si se le desvía la columna, los dolores serán duros. Lamento decirlo, pero no vivirá más de seis años.»
Durante esos años de guerra civil, una de las partes les exigía a los comerciantes un «impuesto de guerra» para financiar sus actividades. Antonio Romero era un comerciante con relativo éxito, y logró pagar la primera cuota, pero cuando dieron de alta a su hijita, ya no tenía con qué hacer el segundo pago. En vez del plazo que les rogó que le dieran, lo balearon. Antonio había sido el único sustento de la familia y de su esposa Sofía, que estaba a cargo del cuidado especial de su hija Eeileen.
A los once años, Eeileen sufrió la última fractura, y milagrosamente no volvió a quebrarse nada. Algunos años después comenzó a estudiar la primaria gracias a los esfuerzos que hicieron el abuelo y la madre. Luego de que se cerró el colegio al que asistía en silla de ruedas, a los diecisiete años la familia de su fallecido padre ayudó a matricularla en el Liceo Cristiano Central, en quinto grado. Posteriormente el liceo le otorgó una beca completa, sin la que no hubiera podido seguir estudiando, y en su testimonio en la graduación como bachiller en 1998, les dijo a todos: “Compañeros, no sólo seré abogada de la República; también representaré al país en las Naciones Unidas.”
Irónicamente, Eeileen luego fue rechazada en la única universidad que ella podía pagar, pero recibió de parte de la Universidad Cristiana de las Asambleas de Dios la beca necesaria para emprender allí la carrera de Derecho. En 2004 obtuvo el título universitario en ciencias jurídicas, asesorada para su tesis por el juez Saúl Morales, quien tenía una hija que adolecía de una discapacidad y trató a Eeileen como un padre. Sólo unas semanas después, ya en 2005, viajó a Nueva York a fin de participar en la Convención Internacional para la Defensa de los Derechos de las Personas con Discapacidad que se celebró en la sede de las Naciones Unidas. Y en 2018 fue elegida diputada de la Asamblea Legislativa de El Salvador.
Muy poco antes de su fallecimiento en 2021 a los 47 años debido a complicaciones de salud que culminaron en un paro cardíaco, en una entrevista citada en la obra de Marvin Galeas y Carlos Clará titulada Sólo quedaban tres, que trata sobre la historia de los Liceos Cristianos Reverendo Juan Bueno en El Salvador y que incluye tres capítulos sobre la vida de Eeileen, ella declaró: “No se trata de tener o no una discapacidad.... Se trata de ser perseverante, de querer vivir bien y correctamente. Dios reconoce eso y te bendice.”»1
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