¿Con quién estás haciendo equipo?
La Biblia revela que el poder de Dios se manifiesta de forma especial cuando nos unimos: dos pueden hacer huir a diez mil, tres no se vencen fácilmente, y cuando caminamos de acuerdo, el cielo responde. Pero así como la unidad multiplica la fuerza, la división la destruye.
El enemigo sabe esto, por eso siembra pensamientos, argumentos y emociones que dividen, distorsionan la realidad y contaminan nuestras relaciones. La guerra no empieza afuera: empieza en la mente. Y solo cuando trabajamos en equipo con el Espíritu Santo —identificando voces, derribando argumentos y alineando nuestros pensamientos a Cristo— podemos romper ciclos de contienda, orgullo y engaño.
La verdadera fuerza nace cuando Dios y tú se convierten en un equipo.
Él pone el poder; tú pones la voluntad.