La gran sorpresa para las mujeres que fueron al sepulcro fue que se les aparecieron dos varones con vestiduras resplandecientes. Dios no deja a sus hijos en la penumbra del asombro y la duda, sino que envía mensajeros para recordar lo que Jesús había dicho. Esta es una de las enseñanzas poderosas de la historia de la resurrección, que la única explicación que recibimos es que recordemos lo que Cristo nos dijo: que era necesario que Él fuera entregado a los gentiles para ser muerto y que luego resucitaría. La resurrección era el paso lógico, final, a su gran obra de redención del mundo. Las mujeres, y luego los discípulos y ahora nosotros, creemos, no porque vimos la resurrección, sino porque vemos al Cristo resucitado.