En estos tiempos de encierro, me gusta explorar distintas metáforas para pensar la pandemia. Este cuento me hace reflexionar en nuestras falsas seguridades cuando pensamos en el adentro y el afuera. Leía, días pasados, un hastag que decía “en casa estamos a salvo”. Pensé inmediatamente en este célebre cuento gótico, "La máscara de la muerte roja". “A salvo"... "Depende", me dije a mí misma. Si estamos en casa muertos de miedo… estamos muertos. También podemos estar "afuera" encerrados entre cuatro paredes.
Hace unos 178 años, en 1842, Edgar Allan Poe escribe un cuento en el que imagina al audaz príncipe Próspero que, reuniendo mil "desaprensivos" cortesanos en torno suyo, en medio de una temible plaga, se retira con ellos a una abadía fortificada con la intención esperar el fin de la peste. No hay nada que temer. Tienen las provisiones suficientes. Todas las puertas y cerrojos han sido cuidadosamente sellados para que nadie pueda entrar ni salir "presa de la desesperación o del frenesí". Que el mundo ahí afuera se las arregle. Dentro hay hermosura y vino. Fuera, la temible Muerte Roja.
Antes de escuchar el cuento… unas palabritas sobre el estilo. Se enmarca dentro de la narrativa gótica, con su gusto por lo medieval, lo nocturno, lo siniestro, lo misterioso, lo sobrenatural. Poe fue un gran renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia ficción.
(Programa GPS, conducido por Daniel Pardo, en radio El Cordillerano, San Carlos de Bariloche, ¡gracias Daniel!)
La ilustración es de Pablo Bernasconi