¿Qué ocurre si utilizamos el elogio de forma improductiva? Es decir, elogiando a la persona y no su actitud, comparando con otros alumnos, aplaudiendo conductas inmerecidas o elogiando con el fin de amortiguar una crítica posterior.

Una norma, para ser efectiva, necesita un reconocimiento social, pero no sólo eso, la integración individual de la norma es esencial para que se mantenga en el tiempo, si se ha de mantener.

Para qué suponemos lo negativo de las personas que nos rodean o de los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor. Para qué nos adherimos a las suposiciones ajenas cuando éstas son de la misma índole negativa.

En procesos de separación no es extraño que los niños expresen todo tipo de sentimientos y emociones negativas, la envidia ante la aparición de la nueva pareja de un progenitor supone una verdadera explosión de emociones que no podemos obviar y, mucho menos, deslegitimar.

Obviar lo que sentimos nos aleja de lo que necesitamos, expresar nuestra vulnerabilidad puede ayudarnos a resolver una situación conflictiva, humanizamos lo que ocurre y conectamos con el lado humano de la otra persona, que de lo humano todos entendemos.

¿Somos generosos honestamente o manipulativamente? Pensemos cuando realizamos un acto generoso qué queremos obtener. El “para qué” importa.

¿Y cómo nos comportamos con nuestros hijos o educandos? También importa.

Si todo está compuesto de instantes y cada instante es efímero y se desvanece para dejar paso al siguiente, ¿a qué nos apegamos?

Si lo pensamos, todo es producto de un devenir infinito de causas anteriores y nuestra intervención es minúscula. Si esto es así, ¿de qué nos preocupamos constantemente?

Si nos centramos solamente en donde pisamos, podemos perder el rumbo, a veces es necesario levantar la vista cuando nuestro paso es firme y seguro y vislumbrar así hacia donde dirigir el siguiente paso.

¿Y si no se trata de ganar o perder sino sólo de ser, de estar, de existir, de aceptar, de vivir, de emocionarse, de divertirse, de sonreír y de fluir? Con mente abierta, tal y como era en un comienzo.

El prejuicio que nace de la confusión causa sufrimiento. Pero es nuestra mente pensando, no es más que un pensamiento sostenido por el yo que no descansa.