Señor, danos hijos que serán lo suficientemente fuertes para saber cuándo son débiles; quien será inflexible en la derrota, pero humilde y gentil en la victoria.
Condúcelos, te lo rogamos, no por el camino de la comodidad y la comodidad, sino por el camino de las dificultades y los desafíos. Danos hijos, cuyos corazones sean claros y cuyas metas sean altas; niños que se dominarán a sí mismos antes de buscar dominar a los demás. Y después de todas estas cosas, agreguemos, oramos, sentido del humor, para que puedan ser serios, pero nunca se tomen a sí mismos demasiado en serio. Entonces nosotros, sus padres, nos atreveremos a susurrar, no hemos vivido en vano.