Cuando Dios pronuncia algo, la creación obedece, así lo dice Génesis 1, sin embargo, para impactar el presente, Él sigue eligiendo labios humanos, los labios de sus hijos y ese privilegio es tan alto, pero al mismo tiempo peligroso, porque podemos convertirnos en intérpretes de nuestro Creador o en voceros de nuestro propio ego.