Cuenta la leyenda que antes los pastores solían reunirse a jugar junto al río, pero un día llegaron dos niños que brincaban de aquí para allá. Sus ropas eran diferentes, parecían extranjeros. Los pastores querían acercarse a ellos, pero éstos se alejaban o, simplemente, desaparecían. Al llegar a casa, los pastores platicaron a su papá lo sucedido, quien les dijo que ya no jugaran en el agua ‘porque un día de estos’ podrían desaparecer con ellos. Los pastores no escucharon, hasta que uno de ellos ya no salió del agua. De inmediato, el otro pastor fue a avisarle a su papá, quien corrió despavorido a buscarlo, pero ya no lo encontró. Por eso, desde entonces, los pastores ya no se reúnen para jugar junto al río.