El lenguaje español es un campo de juego en el que las palabras se deslizan, chocan y rebotan unas contra otras con una agilidad que haría palidecer a cualquier contorsionista. Con sus raíces latinas y sus influencias árabes, germánicas e indígenas, nuestro idioma está repleto de trampillas, espejos y ecos que nos invitan a perdernos en una especie de laberinto. Y de ahí este programa.
Ya desde la Edad Media, los trovadores y juglares hicieron del idioma su aliado para la rima, el juego y la burla, pero es en el Siglo de Oro cuando encontramos a verdaderos malabaristas de la palabra. Francisco de Quevedo, con su aguda sátira que le permitía insultar con la elegancia de un cortesano, o su eterno rival, Luis de Góngora, cuyo barroquismo, plagado de metáforas e hipérbatos imposibles, retorcía el lenguaje hasta hacer de él una especie de acertijo.
Pero el ingenio verbal no es solo cosa de aquel siglo de oro. En el siglo XX, Ramón Gómez de la Serna llevó el juego del lenguaje a nuevas alturas con sus greguerías. Y si nos acercamos más a nuestro tiempo, encontramos a autores como Gloria Fuertes, que en sus poemas construyó juegos fonéticos y semánticos con una sencillez engañosa.
Y ya que el idioma español es un terreno fértil para la experimentación, en el programa de esta semana nos disponemos a dejarnos llevar por los artificios del lenguaje… ¡y nos ponemos a jugar!