Un alma en Cristo https://unalmaencristo.my.canva.site/redessociales 🎧 Audio 119 📕 Libro II Un alma en Cristo 20 de octubre de 1991 𝔼𝕝 𝕀𝕟𝕗𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠, 𝕖𝕝 ℙ𝕦𝕣𝕘𝕒𝕥𝕠𝕣𝕚𝕠 𝕪 𝕖𝕝 ℂ𝕚𝕖𝕝𝕠 Estoy haciendo oración en mi habitación. He preguntado a Jesús si me contestaría a la pregunta que le hice sobre el Infierno. Él me dice que sí, pero que me hablará el Padre. Yo le digo: entonces ¿Tú no me hablarás?
«Sí, me responde, porque hablándote el Padre te hablo Yo y, hablando Yo, te habla el Padre».
Hija mía, el hombre lleva en su interior un poquito de lo divino. Ha sido llamado a morar conmigo en la Gloria.
Cuando el hombre muere, el alma sale del cuerpo. De allí inmediatamente pasa a un estado de estupor, de asombro. Todo él se rebela buscando volver, pues no sabe qué hacer ni a donde ir. Antes de que haya salido de este estupor, ve delante de sí toda su vida, desde que nace hasta el momento en que muere. Ve todos sus pecados y errores; también ve lo bueno. Cuando esto está sucediendo, el alma se inunda de una gran tristeza y una profunda pena. Ve a los seres queridos, se da cuenta que está muerto y que ya no puede volver atrás para remediar y borrar sus pecados. Mira a su alrededor y ve la muchedumbre incontable de las almas. Delante suyo hay un mundo nuevo y hay, además, una inmensa Luz que le atrae con tanta fuerza, que es irresistible no caminar hacia ella. El hombre que muere en pecado mortal, aquel que ha apostatado de Dios, su Creador, va al Infierno.
¿Qué es el Infierno? El Infierno no es un lugar. Como María Benedicta te explicó en sus clases, es el estado en que se encuentra el alma que muere en pecado mortal. Van todas a una esfera, o mejor dicho a diversos niveles donde están todos los condenados por toda la eternidad. Están llenos de maldad y de odio, junto con las legiones de demonios. Se ven condenados a vivir con ellos eternamente. Hija mía, no hay demonios con un tenedor pinchando a los hombres. No hay propiamente llamas: sólo hay maldad y tinieblas para siempre. Condenados a sufrir mi atracción constantemente, sus dolores son interpretados como los más horribles tormentos, que la Iglesia simboliza con las llamas.
El Purgatorio es otro estado del alma; pero en otro nivel; más alto. No están condenadas las almas del Purgatorio a vivir con demonios; no hay tanta maldad. Se vive la esperanza de la salvación: las almas saben que verán la luz. Al que es santo, hija mía, mi divino Hijo, con una escolta de ángeles, va a buscarlo y lo trae a mi Presencia, donde será glorificado en Mí eternamente. Tú no temas porque has elegido mi camino; escuchaste mi voz, que te llamaba desde toda la eternidad. Yo, hija mía, llamo constantemente y mi voz se escucha en todos los rincones del mundo, en todos los corazones de los hombres. Siempre llamo y siempre me doy. Grupo María Auxiliadora (1991). Un alma en Cristo Libro II