Si usted no le da gloria a Dios, usted no ha nacido de nuevo, es solo un religioso o usted ya ha decidido hundirse en la miseria. Dios puede dejarte si así lo deseas...

Muchos de nuestros fracasos ocurren debido a que nos hemos creído sabios, hemos dejado de lado los consejos de Dios y no nos hemos sometido bajo su soberanía.

Mejor es andar conducido e instruido por el Espíritu Santo que guiarse por nuestra propia opinión. Cuando Dios responde, su respuesta se mantiene y no hay nada que podamos hacer.

Nuestra Fe madura y prevalece cuando hay adversidades. Nuestra Fe es como una semilla inservible guardada en el bolsillo, pequeña pero potente que no germinará sino es colocada en la tierra. La Fe debe ser puesta en acción para que pueda dar frutos.

A media que su Fe en Cristo crezca, su habilidad para confiar en Dios crecerá también. Al lado de Cristo estamos más seguros, y el camino para llegar hacia Él es la Fe, la seguridad y la convicción de que Jesús es nuestro salvador.

Todos somos peregrinos, algunos camino al Cielo por aceptar a Jesucristo; otros, hacia el infierno. Todos tenemos un destino sin importar nuestra condición social ni económica. Lo importante es que ese destino sea la Eternidad con Cristo.

A medida que nuestra Fe en Jesucristo crezca, nuestra habilidad para confiar y descansar en él, crecerá también. Debemos poner nuestra Fe en la persona de Jesús y en su palabra.

Crecer en Dios. Creer en su palabra y depender de ella apartando las dudas y mirando hacia arriba con total confianza.

Imprescindible e importante en nuestra vida cotidiana. Es imposible vivir sin Fe, no solo en la vida espiritual sino en la vida práctica. Existen muchos tipos de Fe, pero la más importante es aquella que salva y transforma personas.

La piedra de la tumba no fue removida para que Jesús pueda salir, sino para que nosotros entremos y veamos que Él no está muerto. La resurrección proclama la victoria de Cristo sobre el mal.