Fabián Harari, en su columna semanal en NdR Radio, habló sobre lo que está ocurriendo actualmente en Afganistán. La retirada de las tropas norteamericanas y, por lo tanto, del apoyo político directo al gobierno títere de EE.UU. de ese momento, precedido por Ashraf Ghani y la toma de la capital de este país (Kabul) por parte de los grupos talibanes.
El repliegue estadounidense es acordado, no hay un triunfo del antiimperialismo ni una fuerza popular real que expresa intereses sociales de la mayoría explotada como plantea una parte de la izquierda en Argentina. EE.UU. se quería ir hace rato. Trump había negociado en su momento la retirada de Afganistán, política que es continuada por Biden. Esta decisión muestra un debilitamiento yankee, donde cada vez pierde más posiciones frente al avance chino. El gigante asiático es el único país que reconoce a los Talibanes, que no desalojo la Embajada de la zona y que está dispuesto a financiar al gobierno Talibán.
Ahora bien, ¿Cuál es el problema de Afganistán? El ser un Estado que no puede centralizarse históricamente. Y esto no se debe a las diferentes etnias, sino que tiene que ver con la economía del opio que es lo que produce centralmente este país. Es decir, se basa en una economía ilegal. Y, por lo tanto, las diferentes tribus dentro de los grupos étnicos, no son más que señores de la guerra.
Por su parte, la izquierda y el progresismo en la Argentina, a cuenta del anticolonialismo, apoya estas dictaduras que lo que hacen obviamente es reprimir a la clase obrera y dejar más lejos cualquier transformación social. Ni hablemos de las cuestiones de las mujeres. Quienes están apoyando a los Talibanes de forma directa o solapada festejando la toma de Kabul son los mismos que hablan de la inclusión, que hablan con la “e” supuestamente para combatir al patriarcado.