Fabián Harari, en su columna semanal en NdR Radio, habló sobre la situación político-económica de la Argentina y realizó un balance del 2020. Si uno tuviera que hacer un recuento de este año que está finalizando, lo primero que uno observa es la pandemia. Como ya se explicó en columnas anteriores, el Covid -19 fue producto del capitalismo y de cómo este sistema se vincula con la naturaleza y la sociedad. Y se expandió, y continúa haciéndolo, por la internacionalización de la economía, el desarrollo de las fuerzas productivas y por un sistema social en el cual no puede haber una coordinación mundial. Las burguesías de cada país hacen lo que quieren y el resultado está a la vista: falta de control del virus, rebrotes en Europa, peleas por las vacunas, etc. Lo que debería ser un esfuerzo centralizado, que tenga por objetivo la salud de la gente, no es más que una competencia por la ganancia. Todo esto no hace más que dejar ver la crisis que hay a nivel mundial, que arrastramos desde la década de los 70´.
Por su parte, nuestro país desde la década del 50´está en crisis. Esto tiene que ver con los límites del capitalismo argentino. Nos acostumbramos a situaciones que antes no existían y que se fueron estabilizando: descensos salariales, aceptación del trabajo en negro, planes sociales con contra prestaciones con salarios de miseria, índices elevados de delincuencia. A todo esto, se agrega una crisis política muy grande desde 2001. Momento que reconfiguró el mapa político y puso a la burguesía a la defensiva, mostrando que la clase obrera podía tirar a 5 gobiernos en una semana. Actualmente, seguimos inmersos en esa crisis que se observa en la incapacidad de institucionalizar a la clase obrera. A partir del 2001, vemos una descentralización política enorme. Se perdieron las jerarquías y aparece una cantidad de estructuras políticas capaces de manejar dinero. Quienes se hacen cargo de los planes sociales no pertenecen a la estructura política institucional de la burguesía.
Con la desinstitucionalización de la clase obrera y el manejo a través de aparatos poco institucionalizados o con poca disciplina inmediata, aparece la falta de partidos políticos de la burguesía. La política burguesa son fragmentos que no se pueden unir porque no puede institucionalizar a la clase obrera. La burguesía se encuentra en esta posición porque todo el tiempo está tratando de evitar un 2001. Esto implica impedir que toda esa masa de la clase obrera que está des institucionalizada sea cooptada por la izquierda. Sin embargo, si la izquierda quiere llegar a la clase obrera necesita volver a plantearse el socialismo, dejar de pedir reformas y olvidarse de apoyar a burgueses.