Durante el medio siglo entre la caída de Numancia y la guerra de Sertorio no se tienen noticias de grandes enfrentamientos en Hispania. Eso no quiere decir que la Hispania de ese tiempo presentara una situación idílica, sino que a lo que se enfrentaron los distintos cónsules y pretores que por aquí pasaron, fueron revueltas de ámbito muy locales

Una de las operaciones más señeras de esta época la llevó a cabo el cónsul Quinto Metelo conquistando Mallorca y Menorca en el 121. Las Baleares se habían convertido en un nido de piratas que dificultaba el comercio en el Mediterráneo Occidental, de ahí que los romanos se decidieran a ocupar las islas por aquello de que la pela es la pela.

Metelo instaló a tres mil legionarios licenciados de la península y los llevó a Pollensa y Palma como una forma de repoblar las islas

En el año 153 estalló un conflicto entre Roma y los celtas que vivian en la península que dio origen a un mito Numancia

Estos celtas no formaban una única entidad, sino que estaban divididos en diversas tribus : titios, arévacos, belos, olcades, entre otros

Tuvieron que pasar 20 años para que Roma dominara el conflicto

La región conocida como Lusitania se encontraba ubicada entre el Duero y el Guadiana, lo que suponía casi todo el actual territorio de Portugal y parte de Extremadura.

Según algunos autores antiguos, era una sociedad no tan desarrollada como los pueblos que la rodeaban debido a la pobreza agrícola de su suelo,

Ahora, tras su victoria en Ilipa, a Escipión le movió el afán de revancha contra algunas ciudades que se habían pasado al bando romano cuando parecía que las cosas iban bien, pero que después del desastre de 211 habían regresado al bando cartaginés.

Se trataba de Castulo e Iliturgi. Si algunos creía que los romanos olvidaban y perdonaban, estaban muy equivocados

Por fin, los romanos superaban la barrera del Ebro que los retenía desde que las primeras legiones se plantaran en Ampurias y mientras que Aníbal fracasaba en Italia, Escipión había conseguido conquistar en menos de cuarenta y ocho horas una fortaleza que se consideraba inexpugnable.

Gracias a la toma de Cartago Nova, se abría el camino a la cabecera del valle del Guadalquivir, el siguiente paso en su empeño para echar de la península a las tropas púnicas.

Escipión llegó a estas tierras en el verano de 210, con una flota de treinta quinquerremes, que traían de refresco diez mil infantes y mil jinetes. Tras desembarcar en Ampurias, se dirigió por tierra hasta Tarraco, en donde, como buen estratega realizó una valoración del total de su ejercito, que alcanzó la cifra de 30.000 hombres.

A la vista de los ejércitos que años antes había manejado Aníbal y Asdrúbal, esta cifra podríamos considerarla como escasa para un territorio tan extenso, máxime teniendo en cuenta que en Hispania había tres ejércitos enemigos, cada uno de ellos de un tamaño parecido al suyo.

Al principio del otoño del 218 una flota arribó a la ciudad de Emporión (Ampurias), en la actual provincia de Girona. Venía costeando desde la desembocadura del Ródano y estaba compuesta por trirremes y quinquerremes, las naves de guerra de la Antigüedad: unos barcos alargados como gigantescas piraguas, con las proas reforzadas por espolones de bronce que servían para abrir boquetes en las naves enemigas. Viajaban a vela cuando el tiempo era favorable y a remo las más de las veces. Los acompañaban también decenas de barcos de transporte, cargueros panzudos propulsados únicamente por la fuerza del viento.

Pero lo más importante no era la flota en sí, sino el cargamento que transportaba.

Eran dos legiones romanas.

La tensión entre Roma y Cartago por el control de los mares y las tierras del Mediterráneo central, regulada desde fines del siglo VI por tratados varias veces renovados, desembocó en una guerra abierta, la llamada Primera Guerra Púnica, que estalló en el 264

Fue una guerra que si bien no estaba planificada por parte de los dirigentes romanos, si podríamos decir que era inevitable en el proceso expansionista de Roma por las tierras de Italia y fuera ya de la propia península itálica.

Hasta la finalización de la Primera guerra Púnica, no tiene sentido hablar del Mare Nostrum para los romanos, pues no era de ellos, si tuviéramos que poner un nombre sería el Mare Púnica, pues estos dominaba, toda la costa oeste de África desde Cartago, las islas baleares y toda la costa mediterránea de la península ibérica mas las islas de Sicilia y Cerdeña

La mayor parte de las fuentes literarias sobre la situación de la península Ibérica en época prerromana proceden de relatos legendarios, poco fiables, y de referencias aisladas y de origen griego o fenicio, que eran los que pululaban por esta parte del mediterráneo

Recientemente se ha descubierto un papiro del siglo tt a.C denominado papiro de Artemidoro . polémico pues no todo el mundo está de acuerdo ni con su antigüedad, ni con la interpretación que del mismo hacen algunos historiadores que lo referencian como el mapa mas antiguo de la península Ibérica,

La fuente mas importante de información es la arqueología, a través de la cual se descubren nuevos poblados, las formas de vida, y que a menudo nos permite la reconstrucción del sistema de vida de los diversos pueblos paleorromanos.

Durante la alta edad media, hubo en Europa fuertes movimientos religiosos que fomentaban la dedicación total del ser humano hacia la religión cristiana con el fin entre otros de poder alcanzar la vida eterna. Los monasterios cumplieron un papel muy importante en este aspecto, en cuanto a los hombres, pero en lo referente a la mujer, el tema era de mas difícil solución