Tras doce años de Pontificado, el legado del Papa Francisco ya está perfilado; y constituye un avance tan significativo como las posibilidades mismas que tuvo para hacer avanzar la compleja y ortodoxa jerarquía de la Iglesia de Roma.
Desde promover una iglesia más austera y transparente en el uso de los dineros, con la creación de la Secretaría de Economía, hasta el nombramiento de Raffaella Petrini, la primera mujer presidenta de la gobernación, el segundo puesto de mayor jerarquía del Estado Vaticano.
Francisco también impulsó acercamientos con el mundo islámico, intermedió entre Estados Unidos y Cuba y defendió decididamente la dignidad de las personas desplazadas y migrantes.
Conformó también la Comisión Pontificia para la protección de los menores, con la obligación de rendir informes anuales respecto de los dramáticos casos de abusos sexuales. Otro enorme aporte de sus encíclicas y llamados, se dirigió a la protección del planeta ante la crisis del cambio climático y el calentamiento global.
Sus decisiones movieron a los bloques más conservadores de la Iglesia, frente a los de mayor apertura y progresismo ligados a su pontificado, el primero de Latinoamérica.
Un logro no menor tiene que ver con la recomposición del colegio cardenalicio. El 80% cardenales electores de su sucesor (110 de 138) fueron designados por él.
Y precisamente dada su precaria condición de salud ya se mencionan los nombres de posibles herederos al trono de San Pedro: el italiano Matteo Zuppi, el ghanés Peter Turkson y el filipino Luis Antonio Tagle, califican como continuadores de sus reformas. Y del lado más tradicionalista se menciona a los cardenales Leo Burke, de Estados Unidos (cercano a Donald Trump) y Péter Erdo, proclive al régimen del húngaro Víctor Orban .
Para hacer balance de la obra y legado de Francisco conversamos con Alberto Rojas, sociólogo y teólogo del Observatorio de lo Religioso de la Universidad Nacional.