Costa Rica tuvo una participación en la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3) que debe ser evaluada desde varias perspectivas.
Se logró, una vez más, posicionar como líder global en temas de conservación y protección ambiental. En este caso del recurso marino, que representa el 71% de la superficie planetaria, en donde habita la mayor cantidad de biodiversidad y factor fundamental para la temperatura global.
Pero no se debe soslayar que debe demostrar coherencia entre su discurso internacional y las acciones locales, que son evidencia más de la atención urgente que requiere, desde la política pública, la gobernanza marina para ser sostenible y adecuada a las condiciones actuales. Atender temas como la sobrepesca y el uso abusivo de agroquímicos en ríos costeros, son más que alertas.
Un aporte fue vincular océanos con justicia climática, aunque todo queda sujeto a una aplicación real y efectiva post-cumbre, que supere las declaraciones no vinculantes y ausencia de mecanismos claros de reducción de la contaminación que afecta estos cuerpos de agua.
Una mancha oscura, como país coorganizador, fue los espacios limitados a representantes de comunidades, organizaciones civiles, no gubernamentales y el retiro de acreditación a científicos de la Universidad de Costa Rica, limitando su participación en el evento.
Para profundizar estos extremos conversaremos con el consultor, presidente del Parlamento Cívico Ambiental y vicepresidente de la ONG Artes Justeco, Bernardo Aguilar y con el director de Four the Oceans y presidente de Comisión Marina del Parlamento Ambiental, Jorge Serendero.