No ha terminado aún el primer mes del año y ya marcamos con oprobio cinco femicidios; la quinta parte de los registrados en todo el 2024.
El asesinato de Ingrid Espinoza (35) Tamara Centeno (20), Sandra Oporta (20), Meribeth Mondragón (35) y Miriam Fernández (32) nos obliga -una vez más- a revisar nuestra convivencia y nuestras políticas públicas.
Los femicidios -lo sabemos bien- son multicausales y tal cual lo admitió la Ministra de la Condición de la Mujer es un hecho que “los programas (de atención) no están cumpliendo los objetivos”.
Es por eso por lo que resulta inaceptable que la ministra de Educación Pública haya decidido eliminar dos políticas públicas, hasta el último curso lectivo en ejecución, para proporcionar información y herramientas formativas a nuestra niñez y juventud en materia sexualidad y respeto pleno a los Derechos Humanos.
Se trata de los programas de afectividad y sexualidad integral, que han impactado en una rebaja sustancial de los embarazos adolescentes y la posibilidad de eliminar el protocolo de atención de bullying contra la población estudiantil LGBTQ+.
¿Qué puede justificar semejante involución? Asistimos a más retrocesos en materia educativa al tiempo que mujeres pierden sus vidas y niños quedan en la orfandad en medio de la violencia femicida. Para hablar de esta paradoja conversamos la activista en Derechos Humanos y exvicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón y con Ana Hidalgo, líder de la Red Feminista contra la Violencia hacia las Mujeres.