¿Cuáles son los retos que tiene para la Inversión Extranjera Directa (IED) que alienta la economía costarricense, la pretensión de Donald Trump de que las empresas estadounidenses regresen a su país mediante la aplicación de políticas de incentivos y castigos?
Cierto, el entorno global para la atracción de IED siempre ha sido altamente competitivo y Costa Rica, pese a ser un país tan pequeño, se ha destacado a punto de ser la nación con la IED más alta del mundo en relación con su Producto Interno Bruto (PIB). Pasamos de $2.320 millones, en el 2018, a $3.291 millones en el 2023, con prominencia en manufactura de dispositivos médicos y servicios empresariales.
Pero la inversión es volátil, los flujos se llevan a regiones según tendencias, ventajas competitivas, intereses empresariales y, claro, geopolítica.
La tendencia global es a la baja, dada la reconfiguración de las cadenas de valor, los avances tecnológicos, la digitalización y los incentivos especialmente en energías renovables, semiconductores, infraestructura digital y el “nearshoring” (estrategia de traslado de empresas a países más cercanos) para acortar las cadenas de producción.
A pesar de que el país ha demostrado tener muy buen músculo en la consolidación de la IED, las nuevas condiciones (incluida mayor incertidumbre) podrían incidir en la disminución de las apuestas, particularmente para la producción de semiconductores, dada la amenaza de Trump de revisar la legislación de CHIPS Act.
Para poner en balanza este tema conversamos mañana con el economista y ex presidente del Banco Central, Rodrigo Cubero Brealey.