Inicia su camino hacia las elecciones del primer domingo de febrero próximo con el peso de revitalizar a un Liberación Nacional que tiene el desafío de volver a ser una alternativa creíble luego de tres derrotas electorales consecutivas y una gradual, progresiva y pronunciada pérdida de capital político.
Obviamente, necesita espacio para consolidar su liderazgo y continuar con la regeneración con la que se ha comprometido. Su éxito dependerá en parte, aunque no únicamente, de su habilidad para unir al liberacionismo, consolidar alianzas estratégicas con sectores dentro y fuera de la organización y reconectar con una población electora desencantada. Debe equilibrar la herencia histórica del partido con una narrativa que atraiga a jóvenes y a votantes críticos. Y para todo ello, tendrá que ir a contrarreloj, pues el otro gran desafío correrá en paralelo: presentarle al país soluciones concretas a problemas agobiantes como aumentar la inversión social en seguridad ciudadana, educación y salud y, por supuesto, plantar cara con firmeza, pero con un ejercicio de poder suave a la cada vez más creciente polarización política que atiza desde Zapote y desde la Asamblea Legislativa el grupo en el poder que, además, tiene afinadas maquinarias en medios de comunicación y redes sociales. Por eso desde ya se posiciona como el contrapeso al gobierno de Rodrigo Chaves, a quien acusa de erosionar la democracia y promover un "liderazgo tóxico".
Un hombre joven de 41 años, esposo, padre de dos pequeñas niñas, economista, que nunca imaginó entrar al establecimiento político partidario pasó de efímero presidente ejecutivo de la Caja Costarricense de Seguro Social a ser ya candidato presidencial electo de un partido al que decidió echarse a sus espaldas.
Con él, con don Álvaro Ramos Chaves conversamos en Hablando Claro.