Hay tacones abiertos, tenis, vestidos, pantalones y mochilas. Detrás de cada prenda, de cada artículo personal, hay una historia. Las imágenes han transgredido a la opinión pública. Los jóvenes que han llegado atraídos por falsas ofertas de trabajo, llevados a centros donde son adiestrados para servir al crimen organizado y los que no sirven a sus propósitos, son simplemente desechados de forma violenta. Restos humanos, ropa, zapatos, pero sobre todo, la indolencia, la impunidad y la colaboración de todos los órdenes que funcionan en el Estado mexicano.
Gabriela Warkentin conversa con Jonathan Ávila, periodista basado en Jalisco y coordinador del eje de desapariciones del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo, y con Santiago Aguirre, miembro del Centro de Derechos Humanos ‘Miguel Agustín Pro Juárez’.