¡Hola, viajeros golosos y amantes de la tradición! Bienvenidos a “El rincón de Vera”, el podcast que te invita a descubrir Córdoba desde el corazón de una casa típica con patio en Santa Marina, junto al Palacio de Viana. Hoy vamos a recorrer la Córdoba más dulce, esa que se saborea en cada esquina y que guarda siglos de historia en sus recetas. Prepara el paladar, porque te propongo una ruta por los dulces y postres tradicionales más emblemáticos de la ciudad y la provincia. Si eres de los que no pueden resistirse al final dulce de una buena comida, este episodio es para ti.
La repostería cordobesa es un viaje por la memoria, la cultura y los sentidos. Sus dulces nacen de la mezcla de culturas que han convivido aquí: romana, judía, andalusí y cristiana. El aceite de oliva, la miel, la canela, el ajonjolí y las almendras son ingredientes que se repiten en muchas recetas y que le dan ese sabor tan característico y único a la dulcería de Córdoba.
Comenzamos nuestra ruta con uno de los grandes clásicos: el pastel cordobés. Este dulce de hojaldre relleno de cabello de ángel y espolvoreado con azúcar y canela es el rey de las confiterías locales. Su origen se remonta a siglos atrás, con clara influencia andalusí, y suele servirse en formato grande o en porciones individuales, conocidas como “pastelitos cordobeses”. Es un imprescindible en el Día de San Rafael, patrón de la ciudad, pero lo puedes encontrar en cualquier época del año.
Siguiendo con los clásicos, no podemos olvidar las gachas dulces. De textura similar a las natillas, se elaboran con harina, leche, azúcar, aceite de oliva, canela y anís estrellado. Es un postre de origen humilde, muy ligado a la tradición familiar, y típico de los meses fríos y de la festividad de Todos los Santos.
Otro dulce que no puede faltar en tu ruta son los pestiños. Muy populares en Cuaresma y Semana Santa, estos bocados de masa frita aromatizados con matalahúva y vino de Jerez, se recubren de miel o de azúcar y canela. El resultado es un bocado crujiente y meloso que conquista a todos los que lo prueban.
Si visitas Córdoba en Carnaval, tienes que probar los buñuelos de viento. De origen judío, estos pequeños bocados fritos pueden rellenarse de nata, crema o simplemente espolvorearse con azúcar. Son ligeros, esponjosos y absolutamente irresistibles.
Para los amantes de los postres de cuchara, el arroz con leche y la leche frita son dos clásicos que nunca fallan. El primero, cremoso y aromatizado con canela y limón, y el segundo, con su corteza crujiente y corazón suave, son recuerdos de la cocina de las abuelas que aún hoy se disfrutan en muchos hogares y restaurantes locales.
No podemos hablar de dulces cordobeses sin mencionar las torrijas, el postre estrella de la Semana Santa. Pan empapado en leche infusionada con canela y piel de naranja, rebozado y frito, y finalmente bañado en miel o espolvoreado con azúcar y canela. Cada familia tiene su receta y su toque especial, pero todas comparten ese sabor inconfundible que transporta a la infancia.
Entre los dulces de temporada, destacan los huesos de santo, elaborados con mazapán y rellenos de yema, típicos de la festividad de Todos los Santos.
No podemos dejar fuera de esta ruta el Manolete, una variante del pastel cordobés creada en homenaje al famoso torero, que combina el hojaldre con relleno de crema pastelera o cabello de ángel, y en ocasiones, un toque de jamón serrano.
Si te aventuras por la provincia, descubrirás otros tesoros como las perrunas del Valle de los Pedroches, galletas contundentes de manteca de cerdo, almendra y ralladura de limón, perfectas para acompañar un café en los días de frío.
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