La manifestación del 1 de mayo se convirtió en un respaldo a Pedro Sánchez más que en un apoyo a los trabajadores, pareciendo más un mitin del PSOE que una protesta sindical. Aunque los sindicatos UGT y CCOO convocaron protestas por el pleno empleo, estas se vieron eclipsadas por la presencia y agenda del gobierno. La presencia de 11 ministros en la marcha desvió el foco de atención de los líderes sindicales, que se presentaron como víctimas políticas mientras reciben cuantiosas subvenciones del gobierno. Esto ha llevado a críticas sobre su falta de acción real en la mejora de las condiciones laborales. La asistencia a la manifestación fue significativamente menor de lo anunciado, lo que refleja un desencanto con los sindicatos que parecen más preocupados por su relación con el gobierno que por los trabajadores que dicen representar.