A las cinco de la tarde, Pedro Sánchez no había comido. Pero había hablado. Y eso, según él mismo, es importante. Aunque para muchos, lo verdaderamente importante sería que respondiera con algo más que palabras al escándalo que rodea a su partido. No fue el caso. El presidente del Gobierno compareció, sí, pero no para anunciar una cuestión de confianza, ni elecciones anticipadas, ni mucho menos asumir responsabilidades. Compareció para ratificar lo que ya se sabía: que no se va. Que no se mueve. Que no dimite. Ni siquiera pestañea. La cita con la prensa se esperaba a la una. Se produjo pasadas las cuatro. En política, como en los trenes, los retrasos pueden tener consecuencias. O no. Depende de si el que llega tarde es el conductor del tren.

Pedro Sánchez se presentó con gesto serio, con tono grave, y con mensaje claro: él no tiene nada que ver con lo que hacen los suyos. Los suyos, que por cierto, son sus secretarios de organización. Los que nombró él.

Ante la iniciativa del Gobierno de reformar el sistema de judicial, los jueces y fiscales han convocado una huelga para los días 1, 2 y 3 de julio. Pasados estos días, no descartan alargar ese parón si el Gobierno no rectifica.

En el apartado económico, el economista José Ramón Riera realiza un riguroso análisis de la evolución fiscal de dos países clave en el escenario global EE.UU. con Trump: a pesar del agujero que dejó Biden en enero, Trump logra reducir el gasto público en abril, con superávit récord y bajada del déficit fiscal del 27,6%. ¡Y el bono a 10 años baja su interés! 🇦🇷 Argentina con Milei: control del gasto, motosierra al Estado, fin de la emisión de pesos, liberalización de precios y recuperación del superávit. El resultado: inflación en caída libre y un crecimiento del 2,1% en un solo trimestre. ¿Milagro? No: medidas concretas.