Hoy se consuma un día triste para la democracia. El Congreso ha aprobado la ley de amnistía, señalando la demolición de nuestro Estado de Derecho. Este acto simboliza la ruptura de la seguridad jurídica y del orden democrático. La aprobación de esta ley no promueve la concordia ni la reconciliación, como sugiere el discurso de Pedro Sánchez, sino que abre paso a la impunidad para aquellos implicados en actos de corrupción, malversación, sedición y golpes contra la democracia. La decisión de perdonar los delitos cometidos por los golpistas del pasado es un peligroso precedente que socava los cimientos de nuestra sociedad, al tiempo que alimenta la posibilidad de futuros actos similares. La justicia y el bienestar general han sido sacrificados en aras de la conveniencia política, lo que representa una amenaza directa para la estabilidad y la convivencia entre los ciudadanos. La amnistía se convierte así en una herramienta que estrangula la democracia y perpetúa la impunidad, en lugar de promover la justicia y el respeto por la ley.