Mensaje del Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez

"Deseo que hagan conocer Mis Palabras. Quiero que el mundo entero Me conozca, como Dios de amor, de perdón y de misericordia. Yo quiero que el mundo lea que deseo perdonar y salvar... Mis Palabras serán luz y vida para muchísimas almas”

La humildad es la fuerza de Jesús, se humilla para que nosotros seamos humildes. Vencemos al diablo, UNIDOS a Jesús y poniéndose Él, delante de nosotros.

Nos preguntamos:

¿Estamos solos?, ¿quién nos ayuda?, ¿hay remedio para ello?, ¿cuál es la solución?

No estamos solos.

.-Quien nos ayuda, son Jesús y María.

Sí, hay remedio.

.-La solución, la humildad.

Biografía y palabras del Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez.

Leemos en la vida de San Francisco de Borja, de la Compañía de Jesús, un relato por el cual, un pecador recalcitrante es fulminado por el Cristo Crucificado.

Hay corazones tan duros, que, aun cuando bajare el mismo Cristo del Cielo para predicarles, no se convertirían.

Dios, no nos ha dado un espíritu de timidez, un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.

Recordad las palabras del Señor para quien le niegue… para quien le oculte, con quien no dé testimonio de fe.

Independientemente de lo que digan, de lo que piensen, de lo que haga… Plantéate una sola pregunta, una sola afirmación y con ellas, una sola respuesta…

Y levantando el dedo índice hacia al cielo, di para ti mismo y para los que quieran escucharte.

Él y yo… lo sabemos.

Qué me importa lo que piensen los demás…

Ella y yo… lo sabemos.

“El Corazón de Jesús, palpita de AMOR por sus almas, que, con tanta fidelidad, mes tras mes durante años y con inmensa alegría, se postran a los pies de la Custodia”.

CONSAGREMONOS AL CORAZÓN DE JESÚS

¡OREMOS! ¡OREMOS! ¡OREMOS!

Os pido, os ruego, os suplico, una oración por Azucena, por su salud, que todas las fortalezas son pocas, cuando las pide el cuerpo, cuando las necesita el alma.

Joven, aquejada de una muy grave enfermedad.

Os propongo, que hagamos practica de lo que decimos.

Digamos cada mañana al levantarnos y por la noche al acostarnos, tres “Ave Marías”. Añadiendo a cada una de ellas, una breve oración:

“Por vuestra pura e inmaculada concepción, oh María purificad mi cuerpo y santificad mi alma”.

Pidiendo luego, la bendición a María, como madre nuestra, conforme lo hacía siempre San Estanislao, y poniéndose en fin bajo la protección de Nuestra Señora, rogándole que nos guarde de pecar en aquel día o noche siguiente.

Cumplidos los cincuenta días después de la resurrección de Jesús, según su promesa, de repente, se produjo desde el Cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuerte, llenó todo el cenáculo donde estaban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron hablar en otras lenguas, según el espíritu les concedía manifestarse.

Tener una madre, es esencial para el género humano, para cada hombre y aún para Dios, que la necesitó para encarnarse.

María es Madre del Hijo de Dios y a la vez Madre de aquellos que aman a su Hijo, los “bien-amados” de su Hijo.

Jesús no nos dejó huérfanos, nos dio una Madre.

Se nos ha dado y no impuesto, el mayor de los tesoros, con la mayor de las generosidades, sin pedirnos nada a cambio, solo que no ofendamos a su Hijo, que no la hagamos llorar, que la amemos eternamente, pues eternamente nos ama.

Por la senda de Fernándo III, “el Santo”, Alfonso X, “el Sabio” y Santo Domingo de Guzmán. A los tres, les une, su gran devoción a MARÍA.

Que se conforma, como la mayor carismática de la historia de la salvación.

San Pablo define ese carisma, como:

"La manifestación del Espíritu, para provecho común".

Veremos las lenguas de fuego y María como centro y Madre de todos…

Cómo María protege a sus hijos que la invocan, y los aparta de las garras del demonio.

Redentor y Madre de mi alma, os pido como gracia especial a la hora de mi muerte, que las últimas palabras que articule sean:

Jesús, José y María:

¡Os doy el corazón y el alma mía!